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Trump arruina estrategia para rehacer su imagen durante discurso por nominación presidencial
Durante cuatro noches en la convención de nominación de Donald Trump en Milwaukee, una lista de oradores intentó darle un cambio de imagen a uno de los políticos más divisivos en la historia reciente de Estados Unidos, describiéndolo como un hombre de familia amoroso y atento cuyo casi asesinato en un mitin el sábado lo había cambiado.
Al comienzo de su discurso del jueves por la noche, cuando aceptó la nominación presidencial de su partido en la Convención Nacional Republicana en Milwaukee, parecía que Trump había aceptado el esfuerzo cuidadosamente orquestado para reempaquetarlo como una figura más humilde y unificadora, más aceptable para los votantes indecisos que serán cruciales para ganar la elección del 5 de noviembre.
Trump le había dicho al Washington Examiner a principios de la semana que había roto el discurso original que planeaba dar a favor de uno que predicara la unidad nacional después de su roce con la muerte.
Y durante los primeros minutos de su discurso, Trump buscó hacer eso. Declaró que quería ser un presidente para todos los estadounidenses, incluidos los demócratas, y quería sanar el país dividido.
Trump relató en detalle el intento de asesinato del sábado pasado, que según dijo, lo afectó profundamente, y habló de manera conmovedora de un partidario asesinado por el pistolero.
“En una época en la que nuestra política nos divide con demasiada frecuencia, ahora es el momento de recordar que todos somos conciudadanos”, dijo Trump.
Esa nueva versión de Trump duró apenas media hora.
Luego resurgió el Trump más familiar para los estadounidenses -el grandilocuente lanzador de insultos que se deleita en demonizar a sus oponentes-, pisoteando el mensaje de unidad tan meticulosamente coreografiado por el Comité Nacional Republicano esta semana.
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En un discurso de 92 minutos que rompió el récord del discurso de convención más largo de la historia, Trump llamó al presidente demócrata Joe Biden el peor presidente en la historia de Estados Unidos y a la expresidenta demócrata de la Cámara de Representantes “la loca Nancy Pelosi”, y acusó a los demócratas de lanzar cacerías de brujas judiciales contra él y crear un “planeta de guerra”.
“El Partido Demócrata debería dejar inmediatamente de utilizar el sistema judicial como arma y de etiquetar a su oponente político como enemigo de la democracia, especialmente porque eso no es cierto”, dijo Trump.
“De hecho, soy yo quien salva la democracia para la gente de nuestro país”, dijo.
Utilizando un lenguaje hiperbólico y divisivo, dijo que la inmigración ilegal a los Estados Unidos era “la mayor invasión de la historia” y que estaba provocando la muerte de cientos de miles de estadounidenses cada año, aunque ninguna de las afirmaciones está respaldada por ningún dato.
Pintó un panorama sombrío de un Estados Unidos en ruinas, una nación en decadencia, con sus ciudades plagadas de delincuencia y económicamente deprimidas, una imagen fija de su discurso de campaña en el que se presenta como el salvador del país.
“Nos habían dicho que este iba a ser un Trump diferente, un lado más suave”, dijo después Mary Anna Mancuso, estratega republicana y crítica de Trump. “El discurso de Trump no se trataba de unificar a la nación. Era el mismo Trump que hemos visto y no había ninguna diferencia”.
Sin duda, Trump evitó algunos de los lenguajes más duros que se suelen emplear en sus actos de campaña. Por lo general, disfruta burlándose de Biden como un presidente debilitado, pero solo lo mencionó por su nombre dos veces.
Frank Luntz, otro estratega republicano, dijo que el discurso fue tan largo y comenzó tan tarde que muchos espectadores solo habrían visto los primeros 30 minutos, que Luntz describió como “perfectos”.
Pensó que algunos de los elementos más duros de los ataques habituales de Trump también se atenuaron. “Fue tradicional, típico de Trump sin tantos de los bordes duros habituales”, afirmó Luntz.
Trump regresa a la campaña electoral el sábado para un mitin en Michigan con su recién ungido candidato a vicepresidente, el senador estadounidense J.D. Vance, a su lado. Aquellos escépticos sobre su cambio de imagen por parte del partido esta semana estarán atentos para ver qué Trump aparecerá y cuánto durará cualquier impulso por la unidad.
Los partidarios acérrimos suelen acudir a sus mítines para ver a Trump 1.0: el hombre que mezcla teorías conspirativas con retórica incendiaria y amenazas de represalias contra aquellos que percibe como quienes le han hecho daño.
Con información de Reuters
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