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Impuestos y la puerta giratoria
La fiscalidad es el esqueleto invisible de las democracias modernas. En la narrativa política, los impuestos no solo son una responsabilidad ciudadana, sino una herramienta para construir igualdad y garantizar derechos fundamentales; son el instrumento más poderoso para transformar la realidad social.
En el contexto de un modelo de desarrollo urbano bajo los principios de justicia social y equidad, la recaudación adquiere una doble misión: sostener programas sociales que reduzcan la desigualdad y financiar proyectos que fortalezcan la infraestructura pública.
El reto no radica únicamente en el ingreso fiscal, sino en garantizar que cada peso público se traduzca en beneficios tangibles. La Ciudad de México ha respondido mediante programas sociales desarrollados desde la administración de Andrés Manuel López Obrador y fortalecidos por Claudia Sheinbaum y Clara Brugada.
Esas acciones promueven cohesión social y revalorizan el tejido urbano. La inversión en capacidades humanas —como el acceso a la educación— es la clave para garantizar un desarrollo equitativo, y se complementan con estrategias de seguridad pública que aborden el problema desde factores limitantes del desarrollo social.
En ese proceso, la participación ciudadana ha sido clave. Iniciativas como presupuestos participativos permiten a la ciudadanía decidir directamente sobre el destino de los recursos públicos y fomentar una cultura de corresponsabilidad.
Los impuestos no son meros instrumentos de recaudación; son una declaración de principios sobre qué tipo de sociedad se busca construir. Bajo el liderazgo de Brugada, la Ciudad de México ha demostrado que es posible utilizar los recursos públicos para empoderar a las comunidades más vulnerables y transformar el espacio urbano.
El argumento económico clásico para justificar los impuestos radica en su capacidad de financiar bienes públicos esenciales, como infraestructura, educación y seguridad. Economistas como Joseph Stiglitz han destacado que un sistema fiscal progresivo permite redistribuir riqueza y corregir las fallas del mercado. En el caso de la capital nacional, la recaudación es un mecanismo crucial para equilibrar el desarrollo territorial.
Obras públicas, como la construcción este año de una Utopía en cada alcaldía o el incremento en el número de cámaras de videovigilancia del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) representan un ejemplo de cómo los impuestos pueden traducirse en beneficios tangibles, son la revelación de una especia de puerta giratoria que explica la forma como el dinero recaudado vuelve a la sociedad.
Contacto:
Salvador Guerrero Chiprés es Coordinador General del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) de la Ciudad de México.
Twitter: @C5_CDMX
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Salvador Guerrero Chiprés
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