Lo que enfrenta una mamá que hace teatro en México​

El mundo es patriarcal y nuestro discurso es molesto a los machistas que ahora nos dicen que “todo es violencia”. Y sí, todo el sistema es violento con las mujeres y más aún, con las maternidades. La narrativa romántica solo aflora en México cada 10 de mayo para regalar trastes, licuadoras y artículos de uso doméstico a las mujeres que se encargan de los cuidados de la familia todo el año. Quizá una comida en un lugar bonito, mariachi y párenle de contar. Es todo.

Seguimos con políticas públicas rancias y señores que inauguran espacios para lactancia o las infancias pero que están cerrados con llave todo el tiempo, como el caso de la estancia infantil de la Secretaría de Relaciones Exteriores ubicada en la calle de Juárez de la Ciudad de México, al que ni las hijas e hijos de trabajadoras tienen acceso porque “la llave no saben quien la tiene”. Así de mágico es este país y con los funcionarios que quieren “entrarle” a lo que está de moda para entonar con lo progresista, pero que en el fondo no tienen idea ni sensibilidad alguna de las desigualdades que enfrentamos las mamás.

Sobran los ejemplos para dibujar la discriminación que padecen las mujeres que se embarazan y tienen que abandonar la escuela, las que no tienen unos “abuelos o abuelas” que las ayuden con el cuidado de las criaturas, las que son despedidas a los 6 meses de haber concluido su periodo de lactancia, (por fortuna, recientemente el Senado aprobó ampliar el periodo de lactancia a dos años), las que son abandonadas por los progenitores de sus infancias y pasan años en la búsqueda de una pensión alimenticia…

En la obra “De cómo a nadie le importa el teatro”, puesta en escena por el Colectivo Vaca 35 y dirigida por el reconocido director Damián Cervantes, es imposible no salir con un nudo en la garganta y reflexionar sobre las carencias que enfrentan los actores y actrices de teatro en México. Un guion con perspectiva de género que en algún momento plantea una huelga en la que las actrices exigen estancias infantiles para sus hijas e hijos, algo de lo que carecen actualmente.

Lo lastimoso es que su contenido no dista mucho de lo que vive Elizabeth Glass, actriz que participa en la obra y durante meses de ensayo, tuvo que encontrar la manera de empatar su participación en la obra con la crianza de sus dos infancias, a quienes llevaba a los ensayos porque no tenía otra opción. Y muy probablemente, en algún momento también se replanteó continuar o no en los ensayos. Las redes de cuidado en los ensayos fueron sus propios compañeros y compañeras de la obra que le permitieron seguir y no rendirse ante una realidad que frustra a cualquier mujer que no desea renunciar a sus sueños.

La llegada de mujeres a la toma de decisiones debe traducirse en acciones en beneficio de más mujeres, por eso, Claudia Curiel de Icaza, recientemente designada por la presidenta electa como la próxima secretaria de cultura en México, tiene enormes retos en el área. La implementación de un Sistema Nacional de Cuidados debe incluir el acceso a las estancias infantiles y acciones afirmativas que generen, de una vez por todas, maternajes dignos y priorizar la salud mental de las madres. Nos urge la mirada violeta en este país.

Comunicóloga y maestrante en Gobierno y Políticas Públicas por la Universidad Panamericana. Activista y promotora de la Ley Sabina para sancionar deudores alimentarios

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