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La importancia de Palestina en la elección presidencial de Estados Unidos
Por Lorena Jiménez Salcedo*
Para el público estadounidense, la invasión rusa a Ucrania ha quedado lejos de la discusión pública, mientras el conflicto palestino-israelí cobra fuerza y promete ser un tema relevante en la elección presidencial del Supermartes, el 5 de noviembre próximo.
Las acciones del presidente Netanyahu han creado bandos internacionales a favor y en contra de las incursiones del ejército israelí en Gaza y Rafah. De un lado están Naciones Unidas y la Unión Europea, que argumentan severas violaciones de derechos humanos; del otro, el gobierno estadounidense, fiel a su política exterior de apoyo al Estado de Israel.
Sin embargo, la ecuación ha comenzado a complicarse en Estados Unidos, que hoy vive una polarización electoral en vísperas de la elección presidencial, con Donald Trump aventajando en las encuestas a un Joe Biden que ya anunció su retiro como candidato, aumentando la incertidumbre al no saber quién lo sustituirá.
El intento de asesinato del republicano en Butler, Pennsylvania, apenas hace unos días parece no haber alterado las preferencias a su favor, según los sondeos posteriores, pero sí ha abierto amplias especulaciones sobre el supuesto involucramiento de la inteligencia iraní en dicho complot.
La batalla legal promovida por los demócratas para agregar una serie de delitos graves al expediente de Trump no ha logrado el efecto electoral esperado. Por el contrario, ha tendido a victimizar al ex presidente republicano, quien perdió solo medio punto porcentual de apoyo tras el fallo del tribunal, pero recuperó ese apoyo en los días siguientes.
Las campañas políticas de ambos bandos requieren frescura y nuevas narrativas para enganchar a nichos electorales específicos en una contienda milimétrica. La agenda de debate sobre economía, salud pública, derechos civiles, aborto y migración parece haberse agotado, por lo que la política exterior y la seguridad nacional están ganando espacio en la discusión electoral. Las relaciones internacionales, especialmente en el contexto de las tensiones mundiales y el papel de Estados Unidos en conflictos globales, serán temas relevantes en el análisis de la competencia presidencial. La política exterior, incluyendo principalmente la posición sobre Israel y Palestina, aderezada con el supuesto complot iraní, será un factor decisivo para un grupo significativo de votantes.
Apenas el año pasado (2023), Gallup publicó un estudio que destacaba que el 9% de los estadounidenses consideraban el antisemitismo como un problema relevante a nivel nacional. Un reciente estudio de la misma encuestadora muestra que ese porcentaje creció al 49%, reflejando cómo al menos uno de cada dos ciudadanos considera prioritario el tema, en un reflejo de la aprobación o desaprobación ciudadana a las acciones de Washington en Medio Oriente.
La discusión judeo-palestina ha trascendido las mesas de debate de especialistas y se ha instalado en organizaciones civiles y sociales, protestas universitarias y movimientos pro derechos humanos como el Black Lives Matter, desde Los Ángeles hasta Nueva York, pasando por el Congreso.
El ala progresista demócrata ha hecho suyo el tema, creando un movimiento crítico hacia Israel y Netanyahu con las voces de Bernie Sanders y Alexandra Ocasio-Cortez, y ha afianzado al segmento de jóvenes y minorías que manifestaron su apoyo electoral a los demócratas si perciben un compromiso con sus preocupaciones sobre los derechos humanos en Gaza.
Los republicanos, por su parte, han optado por alinearse con la narrativa israelí de defensa propia contra los árabes, detectando cómo un alto volumen de votantes conservadores, principalmente evangélicos, tienden a apoyar esa posición. Los argumentos pro seguridad nacional y de defensa contra el terrorismo, frecuentemente utilizados en campañas presidenciales republicanas previas, resurgen para enfrentar el tema en una fórmula que ha dado triunfos electorales en el pasado.
Un conflicto a diez mil kilómetros de distancia ha logrado infiltrarse en el ánimo estadounidense, construyendo su agenda y convirtiéndose en una variable significativa de voto que ambas campañas deberán seguir de cerca.
Los demócratas argumentarán a favor de un enfoque más equilibrado y justo en la política exterior de Estados Unidos, mientras que los republicanos se enfocarán en combatir el antisemitismo como una forma de defensa de Israel y sus políticas, y enarbolarán una narrativa contra Irán.
Los bandos están claramente definidos: mientras el 76% de los votantes republicanos aprueban la acción militar israelí en Gaza, solo el 23% de los demócratas lo hace. Mientras el 66% de los republicanos aprueba la labor de Netanyahu, solo el 12% de los demócratas lo hace. Sin embargo, en el balance general (incluyendo votantes independientes), el 48% desaprueba las acciones de Israel frente al 42% que las aprueba.
Aún no queda claro quién obtendrá más beneficios políticos de su posicionamiento respecto del conflicto, pero está claro que, así como el tema palestino-israelí ha entrado de lleno en la contienda presidencial, el candidato presidencial ganador tendrá poco margen de maniobra al responder a su electorado y definir con mayor claridad las bases de la nueva relación con Medio Oriente.
Contacto:
*Lorena Jiménez Salcedo es Presidenta de la Comisión Nacional de Bienestar Social de Coparmex
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