Considero que se avecina un mes de septiembre muy complicado para las variables financieras en México. Sobre todo, creo que es muy factible que observemos una muy alta volatilidad en el tipo de cambio peso-dólar. Son dos las razones: (1) Proceso de aprobación de reformas del presidente López Obrador, aprovechando las nuevas legislaturas con mayoría constitucional; y (2) el candidato del Partido Republicano Donald Trump en plena campaña. Afortunadamente creo que en octubre esto puede comenzar a cambiar con la toma de posesión de nuestra virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum y después de la elección en los Estados Unidos el 5 de noviembre. Dado esto considero que la volatilidad que probablemente observemos en septiembre puede ofrecer buenas oportunidades en torno a niveles para invertir en México.
El proceso de aprobación de 18 de las 20 reformas que el presidente López Obrador envió al Congreso el 5 de febrero pasado puede generar mucha volatilidad en los mercados locales. Por un lado, salvo la reforma del salario mínimo, ninguna de las otras reformas tiene algún aspecto positivo para el país, ni en lo económico, ni en lo institucional. Por otro lado, el impacto de las reformas puede ser tan negativo que una gran cantidad de participantes de los mercados financieros internacionales piensa que es muy probable que las reformas se estanquen en un debate legislativo o que sean diluidas. En mi opinión, creo que la mayoría de las reformas pueden ser aprobadas sin muchos cambios, por lo que existe un amplio espacio para la decepción. A pesar de comentarios recientes del propio presidente López Obrador sobre su disposición para hacer cambios en la reforma judicial, creo que la intención es que se apruebe como se envió (“¿Puede la reforma del presidente mejorar el Poder Judicial de nuestro país?”, 2 de julio).
La reforma del salario mínimo, que plantea que éste observe un crecimiento anual al menos de la inflación, hubiera causado mucho revuelo en administraciones anteriores, pensando que podría generar una inercia inflacionaria muy grave. No obstante lo anterior, después de siete años consecutivos en los que el salario mínimo ha crecido a una tasa de doble dígito, la reforma del presidente es bienvenida. Es una “salida elegante” para la política del crecimiento de 20 por ciento anual en los últimos años. Se puede decir: “Ya logramos rescatar el poder de compra del salario mínimo en estos últimos siete años, ahora con esta reforma se va a preservar”.
El problema de las reformas no es fiscal, sino de deterioro institucional. Las principales agencias calificadoras S&P Global, Fitch y Moody’s así lo ven también. No solo no están cerca de querer instrumentar una degradación de la calificación crediticia o del panorama, sino que Fitch, por ejemplo, ratificó la calificación de la deuda soberana de largo plazo en moneda extranjera de nuestro país en ‘BBB-’, con panorama ‘estable’ la semana antepasada. La mayoría de las reformas abonarán al deterioro institucional que ya ha vivido el país en los últimos años. Las reformas que plantean desaparecer varios institutos autónomos como el INAI, así como la Cofece y el Ifetel, así como la reforma política que sugiere reducir significativamente el presupuesto para el Instituto Nacional Electoral y la reforma que plantea modificar nuestro sistema judicial para que sea como el de Bolivia, que como sabemos, no es un país que adopte las mejores prácticas a nivel internacional, van a minar la división de poderes y la democracia de nuestro país.
Es una situación muy triste como mexicano, sobre todo por lo que ha costado ir construyendo la democracia que permitió tener presidentes de partidos diferentes al PRI desde el 2000, entre otras cosas. Sin embargo, para las agencias calificadoras y para los participantes de los mercados financieros internacionales el deterioro institucional no es un tema de preocupación real en la medida que no afecte la política fiscal o que no ponga obstáculos relevantes a la inversión extranjera, como la que se está generando por la tendencia global de relocalización o nearshoring (“‘Nearshoring’: ¿Mito o realidad?”, 21 de mayo).
Por otro lado, es muy factible que el candidato presidencial del Partido Republicano, el expresidente Donald Trump, lance su retórica de campaña en contra de México. Lo ha hecho en el pasado y ya ha empezado a hacerlo en esta ocasión. Considero factible que utilice la revisión del T-MEC en 2026 como herramienta para amenazar con imposición de tarifas y cuotas en caso de que el gobierno de México no cumpla con ciertas demandas en torno al control de la migración y la exportación de fentanilo de México hacia EU. Creo que estos comentarios pueden tener mayor impacto en septiembre que la campaña haya tomado forma. Es probable que los participantes de los mercados no sean tan sensibles a ello conforme nos acerquemos a las elecciones el 5 de noviembre. Si Trump llega a ganar, me queda claro que al final del día México no es el problema número 1 de EU –están los temas de Rusia-Ucrania, la OTAN, China, Taiwán, el conflicto Israel-Hamas, Irán, etc–, y México es un aliado muy relevante y el principal socio comercial de EU, por lo que esto es un problema para México durante la campaña, pero no con la siguiente administración, en donde inclusive se podría exacerbar el nearshoring.
Ahora bien, el gran cambio por el lado de México será la toma de posesión de Claudia Sheinbaum el 1 de octubre. Con una administración caracterizada por toma de decisiones basada en análisis costo-beneficio, en lugar de ocurrencias, así como apertura para la inversión privada en el sector energético para poder lograr la transición hacia energías limpias y renovables, así como un enfoque serio al intricando tema de seguridad, que ha dejado la política de “abrazos, no balazos”, el optimismo sobre México puede retomarse. Máxime si en el diseño e instrumentación de las reformas de septiembre, la nueva administración puede mitigar los riesgos e inclusive aprovechar la oportunidad para mejorar los impactos de dichas reformas en el proceso de escritura de las leyes secundarias. Asimismo, los participantes de los mercados financieros van a estar de plácemes en caso de que se proponga un esfuerzo de consolidación fiscal, así como un plan holístico para Pemex y un buen nombramiento para la Junta de Gobierno del Banco de México, en caso de que se desee reemplazar a la subgobernadora Espinosa, que termina su periodo el 31 de diciembre de este año.
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