Las elecciones en Venezuela: una tragedia prolongada​

Las recientes elecciones en Venezuela han vuelto a confirmar lo que muchos temían: la perpetuación de Nicolás Maduro en el poder. Con una victoria anunciada por el Consejo Nacional Electoral (CNE) que le otorga el 51.20% de los votos, Maduro se asegura otros seis años al frente de un país sumido en la crisis. Este resultado, lejos de ser una celebración democrática, es un reflejo de la dictadura que se ha asentado en el país, prolongando la tragedia gubernamental que ha caracterizado sus mandatos anteriores.

Bajo el liderazgo de Maduro, Venezuela ha experimentado un deterioro significativo en todos los ámbitos de la vida pública. La economía ha colapsado, la inflación se ha disparado a niveles astronómicos, y la escasez de alimentos y medicinas ha provocado una crisis humanitaria sin precedentes. Además, los derechos humanos han sido severamente restringidos, con opositores políticos encarcelados, periodistas silenciados y manifestaciones reprimidas con violencia. La democracia, tal como la conocemos, es inexistente en el país.

El símil con Cuba es inevitable. Al igual que el régimen castrista, Maduro ha consolidado su poder mediante la represión y el control absoluto de las instituciones. Las elecciones, en lugar de ser un mecanismo para la expresión libre de la voluntad popular, se han convertido en una herramienta para legitimar un gobierno autoritario. El CNE, supuestamente independiente, ha demostrado ser un brazo más del régimen, facilitando la perpetuación de Maduro en el poder.

El anuncio del CNE sobre la victoria de Maduro con 5.150.092 votos ha sido recibido con escepticismo tanto dentro como fuera de Venezuela. La líder opositora María Corina Machado y el candidato presidencial Edmundo González no reconocieron los resultados, alegando fraude y manipulación. Machado fue clara en su declaración: “Venezuela tiene presidente electo y es Edmundo González Urrutia y todo el mundo lo sabe”. Esta postura refleja el sentimiento de muchos venezolanos que ven en estas elecciones un proceso viciado desde su inicio.

La reacción del pueblo venezolano no se hizo esperar. Al día siguiente de las elecciones, se desataron protestas en varios puntos del país. Los manifestantes, cansados de años de represión y miseria, salieron a las calles para expresar su rechazo al resultado electoral y exigir un cambio real. Sin embargo, la respuesta del gobierno fue la habitual: represión y arrestos, intentando sofocar cualquier intento de resistencia.

Las elecciones de 2024, lejos de ofrecer una esperanza de cambio, han confirmado que la tragedia de Venezuela continuará bajo el mandato de Maduro. La comunidad internacional ha reaccionado con condenas y llamados a restablecer la democracia en el país, pero las sanciones y la presión externa han tenido poco efecto en un régimen que parece dispuesto a aferrarse al poder a toda costa.

En este contexto, la lucha por la democracia en Venezuela se vuelve aún más crucial. La resistencia interna, aunque enfrentada a enormes desafíos, sigue siendo una luz de esperanza. Los venezolanos, tanto dentro como fuera del país, deben seguir alzando sus voces y buscando formas de presión que puedan eventualmente abrir el camino hacia una transición democrática. La comunidad internacional, por su parte, debe continuar apoyando estos esfuerzos, reconociendo que la solución a la crisis venezolana no vendrá únicamente de fuera, sino de la valentía y la determinación del pueblo venezolano.

X: @pipemx

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