En medio de la retahíla de mentiras, medias verdades e insultos que la derecha sigue profiriendo en las etapas de duelo ante su histórico fracaso en las urnas, algo en lo que no puedo dejar de pensar es que la teoría del “voto oculto” era verdad, pero en favor de la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum.
Ante las altas tazas de rechazo en algunas encuestas, mi hipótesis es que existieron personas que no compartieron abiertamente su intención de votar por la doctora Sheinbaum, en aras de la buena convivencia con personas de su entorno.
Esto está confirmado con las mediciones que indican que prácticamente en todas las clases sociales, excepto en las que se definen como “patrones”, la ventaja de Claudia Sheinbaum fue notoria.
¿Qué fue lo qué pasó? Creo que muchas personas que habían decidido su voto por Claudia Sheinbaum realmente no compartieron su decisión (el voto, después de todo, es libre y secreto) con sus familias, amigos, compañeros de trabajo y vecinos para evitar conflictos ante el fanatismo in crescendo que algunos fanáticos de la derecha demostraron en las últimas semanas de la campaña.
Por ilusión o engaño, los “expertos” conservadores asumían que esos votos ocultos eran para ellos, pero en realidad fueron, en gran parte, para Claudia y el proyecto del “Segundo Piso” de la Cuarta Transformación
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