Venezolanos en México, entre la incertidumbre y la esperanza de la caída de Nicolás Maduro​

Las casas de campaña convivían con los techos de lona. Había promociones de pizzerías junto a pancartas de “Sheinbaum presidenta”. Las vías del tren en la colonia Vallejo, en el norte de la Ciudad de México, se convirtieron en un vecindario de madera y plástico.

Es imposible contar cuántas personas viven ahí. Había niños corriendo por todos lados, madres persiguiendo a sus hijos que se quedaron en su “casa” mientras sus esposos fueron a trabajar y otros migrantes que no consiguieron empleo.

Aunque guatemaltecos, colombianos y haitianos convivían en las banquetas, los venezolanos son los que demuestran mayor esperanza.

Sin embargo, esto no tenía nada que ver con la espera de la cita de CBP One, con la que podrían entrar a Estados Unidos de manera legal, y razón por la que están varados en la capital.

Francisco, de 47 años, cuenta a las afueras de su refugio que las veladoras están prendidas para que llegue el cambio de régimen durante las elecciones de Venezuela 2024.

“La esperanza está puesta porque puede ocurrir un hecho muy bonito en Venezuela. Quizá no se va a arreglar de la noche a la mañana, pero si sale el presidente actual, Nicolás Maduro Moro, el animal, entonces quizá va a haber un cambio bien bonito”, sostuvo.

Durante la conversación, el viejo de barba entrecana y gorra roja recordó que los comicios en su país han estado viciados, algo que dijo con seguridad que no hay manera de que las viejas mañas se vuelvan a repetir, esto por el palpable apoyo de la población a la oposición.

“Mentira que Venezuela tenga el sistema electrónico de votación más seguro del mundo. Mi papá tenía siete años de muerto y en las últimas elecciones salió del cementerio, votó y se volvió a acostar. Yo no me di cuenta cuándo lo hizo. Ahorita no hay manera de hacer eso”, afirmó.

Durante la Copa América, era común ver a los aficionados sudamericanos gritar “Mano, tengo fe” en apoyo a su selección. Esa misma fidelidad y certidumbre se repitió a lo largo de las vías del tren llenas de charcos.

Génesis, otra venezolana de 25 años que llegó a México hace dos semanas y que lava la ropa en una cubeta con agua blanca por el jabón con el que talla las playeras, mientras sus hijos se cuelgan de ella a sus alrededores, pidió que su país tome la decisión correcta.

“Que voten por la que es, no por Maduro. Yo espero que el gobierno sí respete (los resultados), aunque hay que esperar”, apuntó sin ganas de seguir platicando.

Por los pasillos hechizos pasaban doctores vacunando a niños por un brote de varicela en el campamento migrante.

En los alrededores, una fonda tenía un anuncio grande “Tenemos Arepas”. A unos metros, un puesto vendía quesadillas, chilaquiles y tacos. Se podían ver a grupos de personas haciendo fila en un taller para llenar cubetas y botellas con agua.

En medio de esa aparente tranquilidad se encontraba Elio José, quien lleva en México tres meses y que trabaja en construcción para sobrevivir en la capital.

A las afueras de su casa hechiza, deja ver su hartazgo por la soledad de haber dejado a su familia en Venezuela para emprender el viaje, y confiesa que si se da un cambio de gobierno en su país, no dudaría en retornar.

“Estamos esperando que si se voltea la tortilla, aquí mismo vamos a la embajada para que nos regresen en avión”, dijo con una amplia sonrisa.

Aunque confiado, tampoco se dejó llevar por la esperanza de que haya un cambio de gobierno, esto por el apoyo que tiene Maduro por parte de otros países a los que apoya con petróleo y minerales. “¿Cómo peleas con los gigantes esos?”, soltó.

Al ser cuestionado sobre qué haría en caso de que Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, y quien ha mantenido un discurso fuertemente antiinmigrante, gane la elección, Elio José dijo que hay que tener paciencia.

“Estamos en medio de dos elecciones, una que ya es y otra que falta Vamos a ver por dónde revienta la cuerda más floja, pero mientras tenemos que buscar la salida como sea”, afirmó.

Y mientras eso sucede, el venezolano soltó que seguirá buscando trabajos en México con los que pueda seguir sobreviviendo.

“Cuando uno es guerrero, de Simón Bolívar, de la patria, del Libertador, de Venezuela, uno va pa’lante”.

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