IRREVERENTE
Caracas, Venezuela.
Les platico:
Simón Bolívar es para los venezolanos lo que Benito Juárez representa para los mexicanos.
El caraqueño es considerado como el Libertador de América y hoy que tienen lugar las votaciones presidenciales en este vapuleado país, los venezolanos temen perder aún más su libertad. Temen lo peor.
Existe la certidumbre generalizada de que Nicolás Maduro perderá las elecciones, pero el miedo a lo que ocurra después se empieza a ver en las largas filas de personas buscando víveres en los super mercados.
Las tiendas de barrio están “secas”; sus mercancías se agotaron hace más de una semana y la gente busca aprovisionarse con lo elemental, porque temen que al perder Maduro cumpla su advertencia de que correrá sangre por las calles.
Y no solo eso, llevados por la confianza de que el chavismo llegará hoy a su fin, se están preparando para una embestida brutal de las fuerzas represoras del régimen no solo contra los opositores, sino contra toda la población.
El aeropuerto Simón Bolívar de Caracas sigue “descargando” a venezolanos que vienen a votar.
Son quienes tienen los recursos para pagarse un boleto de avión y están llegando desde lugares tan distantes como Europa, aunque mayormente proceden de Estados Unidos, México y los países centro y sudamericanos.
El aeropuerto panameño de Tocumen II es el hub donde la mayoría de las aerolíneas del mundo confluyen para los pasajeros que viajan hacia acá.
Pero a quienes quieren llegar a territorio venezolano por tierra, las fuerzas armadas de Maduro les están haciendo la vida imposible.
Propiamente no están cerradas las fronteras, como algunos medios difunden, pero el proceso de internamiento es largo, cansado, hostil y fastidioso.
A todas luces buscan desalentar la llegada de venezolanos que emigraron de su tierra y que hoy se quieren hacer presentes en las urnas.
Los órganos electorales aquí no son confiables.
Consulté a uno de los funcionarios de Caracas y me dice que es muy menor el flujo de “extranjeros”, así les llaman despectivamente a sus compatriotas que se fueron del país.
Pero lo que “dice” la calle es muy distinto.
Quienes tienen familiares en el exterior dan cuenta de que sus habitaciones en casas y departamentos están abarrotados de gente que viene a votar hoy contra la dictadura de Maduro.
Los millonarios de Venezuela
Después de sellar nuestros pasaportes, el oficial de migración del Aeropuerto “Simón Bolívar” de Maiquetía, muy cerca de Caracas, sugirió que tuviéramos cuidado al tomar fotos con los celulares. (¿Nos habrá visto cara de periodistas o qué?)
¿Hay restricciones para tomar fotografías?, le pregunté.
El oficial sonríe y responde casi poniéndose en posición de firmes: “para nada; están entrando al país más libre del continente y si respetan las leyes, pueden hacer cuanto quieran acá. Es porque hay mucho robo de celulares, para que tomen precaución. Apenas vea una moto por el retrovisor, tiren el celular, la cartera y el reloj bajo el asiento pa que no se lo quiten”.
Un humilde Iphone 5 cuesta en éstas “maduras” tierras sudamericanas, hasta 300 millones de bolívares en el mercado negro; al tipo de cambio actual, unos 200 dólares.
Las más recientes versiones de esta y otras marcas pueden llegar a costar con los bachaqueros (contrabandistas) hasta 500 millones.
Las tiendas especializadas los venden más caros -como la muy exclusiva Apple Store del centro comercial El Sambil- y sus clientes son mayormente personas ligadas al gobierno, a los militares y a los cubanos.
Contra lo que podría suponerse, la empresa privada persiste en Venezuela.
Después de que Chávez se hizo del poder, en la mayoría de los casos para tener éxito en los negocios acá, se necesita tejer nexos fuertes con cualquiera de los grupos que controlan el poder en este país:
1.- Los Cabello.
Diosdado, el mayor de esta familia, fue de los primeros que se mantuvo cerca de Chávez. Entre él y su hermano David controlan el Seniat, el equivalente en México del temible SAT.
Los venezolanos dicen que Diosdado siempre quiso ser el elegido de Chávez para sucederlo, y al no lograrlo, negoció para él y su familia como compensación, una de las » tres patas de la mesa” que sostienen y se benefician de la riqueza de este vapuleado país.
Esa primera “pata” la conforman el mencionado aparato hacendario, el negocio de las notarías públicas, el registro civil, los ministerios de educación y salud, la operación de los aeropuertos, de los puertos y las aduanas.
Todas las importaciones de Venezuela pasan por las manos de los Cabello, lo cual les ha redituado una inmensa fortuna.
Cualquiera de los empresarios que siguen en Venezuela -entre otros como Lorenzo Mendoza, el dueño de Polar y de los derechos para transmitir las Oimpiadas de París, o la comunidad judía comandada por Salomón Cohen, de los almacenes y centros comerciales- tienen qué hacer socio a Diosdado en sus negocios.
2.- Los militares.
Los presidentes de Venezuela, desde la mitad del siglo 20 hasta la fecha, le deben el poder a los militares.
Son ellos quienes realmente gobiernan y para dejar que los civiles lleven la banda presidencial, la tajada del pastel bolivariano revolucionario que reciben los altos mandos militares es el control total del presupuesto para la defensa del país, la explotación de las minas y el petróleo.
3.- Los cubanos.
La Dirección de Inteligencia Militar (DIM) y los Servicios de Inteligencia Bolivarianos (SEBIN), antigua Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP), responden a las indicaciones dictadas desde Punto Cero en La Habana, la casa desde donde Fidel siguió mandando en Cuba y sus satélites hasta poco antes de su muerte.
Así, los cubanos cobran una especie de “derecho de piso” a las dos “patas” anteriores, para proveer el respaldo internacional que el régimen de Maduro necesita para seguir el legado de Chávez.
Y en todo este entramado, ¿dónde queda Nicolás Maduro?
Maduro no tiene amigos ni aliados en los círculos del poder.
Cuando la enfermedad de Chávez se volvió irremediable, los cubanos lo convencieron de que nombrara a Maduro su sucesor, porque le sería más fiel que un perro, aún después de su muerte, y contra lo que podría suponerse, Maduro es el que menos se ha beneficiado económicamente del poder.
En cambio, quienes forman los tres grupos, más los empresarios prepucianos (dícese de gentilicio derivado del prepucio, por vivir flexible, fácil, retráctil y externamente en salva sea la parte masculina), que viven a la vera de ellos, son los millonarios de verdad en Venezuela.
Los otros son los que todos los días tienen qué formar fila hasta por 4 horas y desembolsar cifras de 7 ó más dígitos de bolívares, para comprar medicinas, pan, huevos, leche y otros productos básicos.
Esa es la paradoja de este país, arruinado, pero eso sí, lleno de millonarios que hoy se espera sea liberado por el voto libertador de los venezolanos.
Cajón de Sartre:
Mañana les reportaré la evolución de las elecciones, sin faltar el Incomparable, Intrépido, Indomable y Despiadado Iván.Hoy, que tengan ustedes un plácido domingo. Leer más
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