Hace una semana exactamente, cambió radicalmente la perspectiva de las elecciones en Estados Unidos.
Mientras Joe Biden fue el candidato del Partido Demócrata, Donald Trump tenía prácticamente pavimentado el camino a la Casa Blanca, con todo y lo que ello significaba.
Hoy, sigue siendo el puntero, pero ya existe competencia.
Kamala Harris, fue respaldada desde el domingo pasado por Joe Biden. En un día logró una recaudación récord y en 24 horas más ya tenía más de 100 millones de dólares.
Los demócratas recibieron con entusiasmo a una candidata que tiene posibilidades de pelear y competir.
La principal debilidad de Biden era la edad.
Ahora, Trump será el candidato con más edad nominado para competir por la presidencia.
Pero, para que la capacidad competitiva de Harris se haga efectiva, debe resolver una serie de desafíos.
El semanario The Economist, los resume en 3 ámbitos.
El primero, como en casi todas las campañas, tiene que ver con la narrativa.
Trump había conseguido que el dilema entre él y Biden fuera entre la fortaleza y la debilidad.
Si la vicepresidenta deja que siga establecido ese dilema va a perder la elección.
Harris tiene que convertir la elección en un dilema entre el cumplimiento de la ley y la violación de ella; entre la consecución del sueño americano y la ambición de un magnate; entre una persona que piensa en su país y un adversario que solo piensa en sí mismo.
No será fácil, por el camino que ya tiene avanzado Trump y su extraordinaria habilidad para lograr el respaldo de una base importante del electorado.
En este terreno, la detención del Mayo Zambada por autoridades de Estados Unidos y la fuerte reducción de la inmigración ilegal en las últimas semanas, puede abonar de manera relevante.
Un segundo dilema tiene que ver con la manera en la que se presenta Harris.
No puede competir con el rudo, apareciendo todavía como más ruda.
Debe aparecer como la defensora de los valores de Estados Unidos. Debe usar su experiencia como fiscal para fundamentar su capacidad para preservar lo que hace diferentes a los Estados Unidos.
Debe quitarle a Trump una parte del electorado que quiere sentirse nuevamente orgulloso de ser ciudadano norteamericano.
El tercer dilema es lograr que su campaña genere optimismo.
Dice The Economist que no funcionará una visión en la que señale que si gana Trump estaremos en la antesala del Apocalipsis.
En lugar de dramatizar, Harris debe aprovechar su capacidad para ironizar. A los abusivos se les saca de balance con el humor y las burlas.
Un factor clave para hacerle frente a todos estos desafíos es una decisión correcta de su compañero de fórmula.
Si ella es de una minoría racial y mujer, caracterizada como reformista o incluso como radical, necesita que su compañero de fórmula sea blanco, hombre y de tendencia centrista, para hacer una oferta a un electorado que podría desconfiar de ella.
Han surgido ya diversos nombres, como el gobernador de Pennsylvania, Josh Shapiro, o el senador de Arizona, Mark Kelly, astronauta retirado, que derrotó en 2020 a Martha McSally, republicana respaldada por Trump.
No tengo ninguna duda de que a México le conviene que Harris gane la elección de noviembre frente a Trump.
Y también sé que, si se mantiene la cooperación en materia de migración, los demócratas podrán presentar mejores resultados en un tema que ha sido fuente de críticas por parte de Trump.
En materia de seguridad y eficacia en el combate al fentanilo, la detención del Mayo Zambada les significará un argumento clave para respaldar la afirmación de que ya empiezan a obtener resultados.
Solo hay que esperar que el gobierno de AMLO no vaya a reaccionar con molestia por haber sido marginado de la captura de Zambada, y en ánimo punitivo, vaya a ser laxo en controles migratorios para darle armas a Trump, como ‘desquite’ de la marginación por parte del gobierno de Biden en la captura de Zambada.
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