‘Marcas del pasado no pueden competir con el obradorismo’​

Carlos Delgado quedó huérfano de madre a los 11 años. La conoció a través de sus libros, semilla de su formación política. Sus inquietudes la hicieron una rareza: nacida en Tepa de los Altos, una zona conservadora de Jalisco, y criada en Santa Tere, simpatizaba con las ideas de izquierda, cosa infrecuente en la Guadalajara de los años 70. Su padre, parte de una familia indígena de Tequila, era el reverso de la moneda. A los 35, tuvo que negociar con la Comisión Federal de Electricidad, en la que trabajaba, su liquidación para pagar el tratamiento de cáncer de su esposa. Quedó viudo con tres hijos pequeños y con empleos sucesivos que le daban ingresos modestos. Carlos Delgado Lamas volvió a casarse con una mujer joven que hizo suyos a los tres niños. “Fue lo mejor que pudo pasarnos a los cuatro”.

Contestatario, apasionado de la música punk, Delgado buscaba caminos para la protesta. Leyó sobre anarquismo, socialismo y comunismo; fue vegetariano por cuestiones políticas, no por razones nutricionales; simpatizó con el zapatismo y con la globalifobia; desconfiaba de los poderosos y los adinerados y fue encontrando el hilo conductor de su convicción: “Las nociones básicas en mi andar son la antiderecha, el antisistema, la solidaridad, el apoyo mutuo, el házlo tú mismo y el colectivo”.

En la preparatoria, participó activamente en la política estudiantil y se vinculó con algunos grupos políticos, sobre todo con el del rector Ricardo Villanueva. Se tituló en ciencia política de la Universidad de Guadalajara y poco después se integró a un equipo estudiantil de estrategia y comunicación política. Presidió a los alumnos de su carrera, a los del Centro de Ciencias Sociales y Humanidades de la UDG y también se incorporó a movimientos con distintas causas, como la promoción del arte urbano y de la movilidad.

En 2004, durante una manifestación masiva de globalifóbicos, fue detenido en Guadalajara, como muchos otros jóvenes. “Iba con mi hermano, con mis primos, con mi novia. Habíamos hecho manifestaciones creativas, de protesta, sin violencia. Fue muy importante en la ciudad ese hecho represor, que generó una masa crítica que antes no existía en Guadalajara”.

Más tarde concibió con otros la campaña de Fidel, el candidato de la perrada. Fue su primer acercamiento a la comunicación electoral, que decidió mantener al margen del PRI y el PAN. “Estaba en un concierto con mi mejor amigo y se nos ocurrió que los candidatos eran tan malos, que cualquiera podía ganar con una buena campaña”, incluso su pitbull, llamado Fidel. Y sucedió. En la elección de 2009, Delgado lanzó a Fidel, encarnación del voto anulista local. “No voy tras un hueso” y “No soy el gato de nadie”, las frases de la campaña, encontraron eco “porque había un ambiente muy antipriista, muy antiprianista en el área metropolitana de Guadalajara”. Enrique Alfaro, candidato ganador en Tlajomulco, se acercó desde entonces al consultor.

En 2021, Delgado estudió una maestría en ciencia política en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde se concentró en los movimientos sociales. “Me interesaba entender cómo se construyen las coincidencias para que la gente considere potente o no salir a la calle, según el discurso, las motivaciones y los mecanismos de organización colectiva”. Desde España, Delgado observó el movimiento Yo soy 132 durante la campaña de Peña Nieto, “que rompió el monopolio de la información a las televisoras y a los grandes periódicos”. Regresó y perfiló definitivamente su desarrollo profesional del lado de la estrategia y la comunicación política, a lo que se ha dedicado desde entonces. Delgado dio el salto a lo electoral con Alfaro. Fue su director de Comunicación en Guadalajara y en la primera mitad del gobierno del estado. Desde 2021 es parte del Equipo Nacional de Estrategia y Comunicación de Movimiento Ciudadano.

-¿Te interesa la vida legislativa?

-Si no quería ser funcionario, menos diputado. Hay muchos demonios en la función pública, en el poder político y en el poder económico. Es muy fácil caer en la tentación. Además, creo que los cambios se dan entre la gente, mucho antes que entre los políticos.

Delgado piensa que la comunicación política debe reenfocarse en el México pos-López Obrador: “Los partidos y los políticos mayores, que habían estado demasiado tiempo en el poder, siguen instalados en la clave antilopezobradorista más que en el pos-López Obrador. El poslopezobradorismo tiene que enfrentarse con algo nuevo. Las marcas del pasado no pueden competir con el obradorismo, aunque AMLO ya no esté. Y hay que enfrentarlo mediante la comunicación entre la política electoral y la ciudadanía.

-Como pretendió la Marea Rosa…

-Que fracasó porque no representa lo que creen que representa, tampoco son tantos como creen y no están en la vibra…

-¿Qué vibra?

-Los mexicanos siguen viviendo el cambio. López Obrador ganó como lo hizo porque México está hasta la madre del PRI y del PAN, juntos o separados; siguen siendo unos ladrones, pero ahora en equipo. La gente sigue celebrando que sacó a los malos. Además, México no es Venezuela ni hay una crisis económica. Casi todos están recibiendo algo, o dinero que les ayuda a pagar la renta de su casa o a irse de vacaciones como no lo habían podido hacer en muchos años. A la Marea Rosa, que vive en otro México, se le olvida que la mayoría de las familias mexicanas vive con 15 mil pesos o menos al mes. Por lo demás, no hay cómo triunfar con Alito a un lado y su partido; el papel de Fox fue terrible, el del PAN también y el fenómeno Xóchitl nunca lo fue.

-¿Cómo va a quitarse MC la etiqueta de esquirol? No lo ha logrado con sus votaciones en las cámaras.

-No importa. El PRIAN no ha entendido que para ganarle a Morena tiene que quitarle puntos, pero no se los va a quitar quien represente al antiobradorismo. Lo que falta es la alternativa al obradorismo, y ése es el espacio que está naciendo y que quiere tomar Movimiento Ciudadano. En esta elección, MC le restó votos a Morena y al PRIAN. Ese es el camino que tiene que recorrer. El que no quiere al Peje tampoco querrá al PRI; es obvio: la fuerza política más grande de este país es el antipriismo.

“El PRIAN se equivocó. Estaba más concentrado en que Máynez no creciera que en cualquier otra cosa. Fue un error, porque está demostrado que MC crece más a costa de Morena; los que votaron por Morena no son anti-MC, son anti-PRIAN. Y si lo que le preocupaba era el equilibrio en las cámaras, pues debían saber que es mucho más potente un país partido en tres partes que en dos”.

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