Hasta el domingo pasado, el triunfo de Donald Trump parecía asegurado. Las encuestas nacionales lo mostraban ligeramente por encima del presidente Joe Biden, pero con una ventaja creciente en los estados clave para definir la elección. No se vislumbraba ningún escenario en el que Biden lograra revertir las preferencias para ganar la elección.
El retiro de Biden de la contienda a favor de Kamala Harris ha transformado el panorama. El cambio en la candidatura ha inyectado una dosis de optimismo muy necesaria en un partido que se sentía derrotado y en riesgo de perder no solo la presidencia, sino también el control del Senado y la Cámara de Representantes.
Biden realmente no estaba en la contienda. Su presencia en los medios y su participación en eventos de campaña habían sido muy limitadas. El contraste con Trump era evidente; aunque también es mayor y en ocasiones desvaría, tiene un empuje y una energía incuestionables. Las imágenes de su reacción inmediata al atentado capturaron esa diferencia de manera nítida.
No es casualidad que Trump haya presentado la contienda como una elección entre fuerza y debilidad. Este mensaje fue efectivo contra Biden, quien no logró ofrecer una respuesta equivalente. En contraste, desde su primera aparición como virtual candidata presidencial, Harris dejó claro cómo planea definir la contienda: “Como fiscal, me enfrenté a delincuentes de todo tipo: abusadores de mujeres, estafadores que engañaban a consumidores, tramposos que violaban las normas. Así que escúchenme bien: conozco a los tipos de la calaña de Trump”. Para Harris, la disyuntiva real es entre la ley y el crimen, no entre fuerza y debilidad, como lo ha planteado Trump.
Por supuesto, la batalla apenas empieza y Harris no las tiene todas consigo. Como vicepresidenta del gobierno de Biden, carga con los negativos de su gestión en áreas clave para el electorado. Una de ellas, en la que es particularmente vulnerable, pues la tuvo parcialmente a su cargo, es la migración. Otra es la inflación que tanto preocupa a los estadounidenses. En ambos temas, la mayoría de los electores tiene más confianza en los republicanos que en los demócratas.
De manera similar, las posiciones más progresistas de Harris en temas como la salud, la vivienda o los impuestos atraen a la base más dura del Partido Demócrata, pero no necesariamente a los electores moderados que necesita para ganar la elección. En los últimos años, los demócratas han ganado elecciones con candidatos moderados que conectan precisamente con esos votantes. Esa fue una de las fortalezas de Biden en 2020 y una de las debilidades de Harris cuando buscó, sin éxito, la candidatura presidencial.
Harris probablemente logrará consolidar el apoyo de las mujeres y recuperar el de los afroamericanos, hispanos y jóvenes, que se había debilitado con Biden. Su postura sobre los derechos reproductivos, más liberal que la del presidente, seguramente atraerá a más mujeres. Este ha sido un tema favorable para los demócratas desde que la Suprema Corte anuló la sentencia de 1973 que legalizó el aborto. Su mayor reto será no perder en el camino a los votantes blancos moderados a los que me refería antes. Un candidato a la vicepresidencia que conecte con esos electores será decisivo.
Harris enfrenta enormes retos y no cuenta con una gran aprobación en las encuestas ni es especialmente carismática. Sin embargo, posee juventud, energía y una gran determinación para luchar. A diferencia de Biden, ella es una contrincante real. Esto seguramente energizará y movilizará a los demócratas. El hecho de haber roto el récord de donaciones para una campaña en un solo día es una señal inicial muy positiva para Harris.
Pero, sobre todo, Harris tiene a Trump como oponente. En una elección en la que una quinta parte de los electores decía que no le gustaba ninguno de los candidatos, la fragilidad de Biden le daba una ventaja a Trump. Sin embargo, el hecho es que Trump es rechazado por 55 por ciento de los votantes y ahora tiene una alternativa. Si Harris logra mejorar su imagen y definir la contienda en sus términos, puede ser una opción más atractiva para esos electores de lo que jamás fue Biden. Además, la carga negativa de Trump podría aumentar si no resiste la tentación de atacar a Harris por cuestiones de género o raza.
El escenario para los demócratas sigue siendo muy complicado. Sin embargo, si antes del cambio de candidatura el triunfo de Trump parecía inevitable, ahora, con Kamala Harris al frente, la victoria demócrata se ha vuelto posible. Aunque no se puede anticipar un resultado definitivo cuando la contienda apenas comienza, las primeras proyecciones indican que Harris mejora los resultados de Biden frente a Trump. Una encuesta de CNN muestra que la contienda está prácticamente empatada, ya que la ventaja de Trump se encuentra dentro del margen de error. Así que, por primera vez desde el inicio de las campañas, la moneda está en el aire y todo puede pasar.
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