El secretario de Hacienda de la próxima administración (y también en funciones) ha planteado revisar la relación comercial con China.
Se trata de la relación con el segundo mayor socio comercial de México, con la segunda potencia económica a nivel mundial y con uno de los dos polos del principal conflicto geopolítico y geoestratégico en el mundo de hoy. No es cosa menor.
Además, se trata del principal competidor de México en el mercado de Estados Unidos.
Por si todo lo anterior no fuera suficientemente importante, la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, respaldó las declaraciones de quien será su secretario de Hacienda, al señalar: “No se puede estar importando tanto y exportando tan poco. Entonces se tiene que revisar”.
No se le ha dado la relevancia que tiene a esta declaración, pero anticipa un cambio en la política comercial que México tiene con China.
Ramírez de la O presentó gráficas con datos de 2022 en las que señalaba que México exportó a China 11 mil millones de dólares, mientras que importó 119 mil millones de dólares.
El déficit de más de 100 mil millones fue calificado por el funcionario como proporcionalmente mayor al que Estados Unidos tiene con China.
¿Qué puede hacer el gobierno mexicano para equilibrar la balanza comercial que tiene con ese país?
Podríamos exportarle más.
Sin embargo, el mercado interno chino es bastante complicado y aunque el potencial es muy grande, en la práctica, las posibilidades reales que tiene México de aumentar sustantivamente sus exportaciones en un plazo breve son limitadas.
La única manera efectiva de reducir ese desbalance comercial en el corto plazo es a través de reducir las importaciones provenientes de China.
En el mes de mayo de este año, importamos de China 10 mil 392 millones de dólares. Seis años atrás, en el mismo mes del 2018, la cifra era de 6 mil 167 millones.
Esto quiere decir que, en los últimos seis años, el monto creció en 68.5 por ciento, una tasa media anual de 8.7 por ciento.
Solo por contraste, las importaciones totales crecieron en ese lapso en 31.6 por ciento, una tasa anual media de 4.6 por ciento.
Esto significa que el peso de las importaciones chinas en México está siendo cada vez mayor. Si se mantuvieran esas tasas de crecimiento por cinco años, en 2029, estaríamos importando casi 16 mil millones de dólares por mes, cerca de 190 mil millones de dólares anuales.
Aunque ni Ramírez de la O ni Sheinbaum mencionaron para nada la palabra “aranceles”, el tema flota en sus declaraciones.
México no tiene ningún acuerdo comercial específico con China, por lo que tendría oportunidad de imponer aranceles a determinado tipo de importaciones en los términos permitidos por la Organización Mundial de Comercio.
Pero, tendría que jugarse la “carta china” con gran habilidad.
Es conocido que en Estados Unidos hay un consenso bipartidista respecto, al menos, a mantener los aranceles a los productos chinos que ya los tienen.
Y si ganara Trump, existe la amenaza de una tasa generalizada de 60 por ciento para todas las importaciones provenientes de China.
En ese juego estratégico, si México está interesado en aprovechar su posición, debiera “vender cara” a Estados Unidos cualquier estrategia que castigara de alguna manera las importaciones provenientes de China.
Ya hay diversas voces que se han levantado para prevenir el impacto en costos que tendrían múltiples empresas mexicanas que adquieren bienes intermedios procedentes de China para vender en el mercado interno o luego exportar a Estados Unidos.
En la perspectiva de que China siga bajando su importancia relativa en el mercado estadounidense, México debería preparar una estrategia en el marco del TMEC para asegurar que pudiera seguir aumentando de manera más rápida su penetración en diversos mercados de Estados Unidos.
Cuando uno se mete entre las patas de los caballos, hay que tener una estrategia clara y estar con atención plena a los movimientos que surjan, si no podríamos resultar atropellados.
Pero, al mismo tiempo, no debe haber duda alguna respecto a que el equipo con el cual nuestro país debe jugar es el norteamericano.
Equivocarse en esa elección podría ser fatal.
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