Seguir hablando de un partido político que se encamina hacia su extinción es ocioso; empero, en momentos en que se reajusta el panorama geopolítico a partir de las elecciones de junio, es menester aventurarse a apuntar que la oposición ha quedado reducida a dos franquicias políticas, el PAN y MC, y párele de contar, porque si en esta ecuación metemos al PRI, sería un gran error, en virtud de que el despojo tricolor se venderá al oficialismo en cuanto comience el Congreso federal su periodo de sesiones a partir del 1 de septiembre.
El PRI con Alejandro Moreno va camino directo a la pérdida de sus prerrogativas, aunque a él y su camarilla no les interesa ello, ya que mantendrán sus curules y escaños, unos, hasta el 2027 y otros, hasta el 2030.
En momentos en que el totalitarismo pretende obtener la mayoría calificada en ambas cámaras, mediante la sobrerrepresentación del 20 por ciento y con ello, aprobar las reformas constitucionales que les venga en gana, como la judicial o la fiscal, tan solo por citar algunas, los partidos de oposición están entretenidos en sus pugnas internas que los distraen de lo fundamental.
La militancia tricolor está enfurecida contra el agandalle de ‘Alito’, pero no se atreven a levantarse y protestar porque están pasmados y atolondrados y, salvo algunas voces discordantes, no se observa un movimiento cohesionado que conforme la disidencia que expulse a Alejandro Moreno del Revolucionario Institucional, toda vez que ha sido el peor presidente del Comité Ejecutivo que han tenido en razón de las derrotas electorales que carga y del desplome en el número de militantes.
La historia de México es cíclica y pedagógica, ya que enseña que, luego de periodos largos y hegemónicos en el poder, se extinguen esas fuerzas políticas como el PRI, que gobernó al país durante siete décadas, para luego encaminarse hacia su extinción.
Al PRD le llevó menos tiempo dejar de ser un protagonista nacional, ya que tan solo 30 años estuvo en sus más altos niveles de aceptación hasta el 2015, año en que empezó a declinar hasta llegar al 2024, en el que perdió su registro nacional.
Las razones para que ambos partidos decayeran en el ánimo de los electores, son múltiples y variadas, aunque para algunos se circunscriben al cerrarse para impedir la renovación de los cuadros directivos, al tiempo de evitar que nuevos cuadros políticos accedieran a cargos de representación popular.
El caciquismo es otra razón que da pie a la destrucción de una franquicia política porque detentan el poder con base en redes clientelares.
Alejarse de las causas sociales y enquistarse en sus caparazones partidistas para tan solo mantener sus cotos de poder en el Congreso federal y algunos locales, es otra causa de peso que provoca el rechazo de los ciudadanos.
Bueno, el PRI y el PRD han cumplido al pie de la letra el manual que refiere de cómo destruir un partido político en un corto plazo y no solo eso, sino que, con sus yerros monumentales, permitieron que creciera otro monstruo de mil cabezas que destruye la democracia para dar paso a la dictadura.
En este contexto, solo quedan el PAN y Movimiento Ciudadano como representantes del bloque antigobierno y que enfrentarán todo tipo de problemas internos y externos para mantenerse en esta tesitura. Claro, cualquier crisis también es una oportunidad, y si estos dos partidos se sacuden a Marko Cortés y camarilla y los naranjas logran renovar sus cuadros directivos que desplacen a Dante, podrán crecer rumbo a las elecciones intermedias y la presidencial del 2030.
En estos momentos el PAN se prepara para la renovación de su dirigencia nacional y, aunque todo está planchado para que Jorge Romero se quede en lugar de Marko, lo cierto es que si en verdad quieren recobrar presencia nacional, deben democratizar su proceso para elegir al sucesor o sucesora de Cortés.
Son tiempos cruciales para los azules, al igual que para los naranjas, que viven un momento de impasse que precede a la tormenta, esa que habla de un choque de trenes entre las huestes de Dante Delgado y los jaliscienses.
Mientras ocurren estas luchas intestinas, el oficialismo tiene cooptados a los consejeros de Guadalupe Taddei y a los magistrados de Mónica Soto.
Solo será cuestión de tiempo para que se confirme lo anterior. Mientras tanto, seguirá el tango del parlamento abierto en donde se discute la reforma judicial; y el estira y afloja de la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados.
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