Presidente:
Antes que nada me presento: me llamo Claudia Santillana Rivera Cambas, nacida en CDMX hace ya 50 años. Soy psicóloga pero me apasiona la política.
Tuve cáncer de mama hace 20 años y sí, en este país fue que me salvaron la vida.
Me conmueve recordar como la gente se aglutinaba en el zócalo durante sus múltiples mítines.
Ver tanta gente queriendo a una persona para mí era realmente impactante.
Tengo a familiares de la tercera edad a los que me tocó verlos ponerse sombreros y alistarse muy temprano todos emocionados para ir a verlo y apoyarlo.
A usted lo eligieron cientos de miles de personas para ser presidente. Usted luchó como nadie para llegar a serlo.
Era tanta su pasión por ser presidente que casi logró convencerme.
Un grupo de amigas y mujeres me invitó a formar parte de un grupo llamado “Mujeres de Hierro”, donde todas estas mujeres que conformaban este movimiento tenían diferentes cosas que aportarle a la sociedad mexicana.
Entre ese grupo de personas se encuentra por ejemplo Lorena Villavicencio quien es hoy diputada por Morena.
Mujeres de Hierro organizó un encuentro con usted en su casa de campaña allá por el 2015 o 2016.
Y fuimos ahí todas felices y entusiasmadas de que un candidato a la presidencia con tal empuje y fama, nos quisiera recibir para escucharnos. No éramos muchas mujeres si acaso unas diez.
Entramos a la casa de campaña, muy colorida al estilo mexicano, pero no estaba usted. Le dio flojera recibirnos o no le interesó.
Nos recibió su hijo Andy, fue amable con nosotros, pero no demasiado, es decir que parecía estar ahí a la fuerza.
Se sentó en la silla principal, la que seguramente usted usaba para atender a gente que sí le importaba.
Cada una de las mujeres presentamos un proyecto para apoyar a otras mujeres. La intención era hacerlo desde el servicio social y de manera gratuita. Andy bostezaba.
Recuerdo que cuando tocó mi turno para presentarme y presentar mi proyecto que era brindar atención gratuita psicológica a mujeres diagnosticadas con cáncer y a sus familiares, Andy volvió a bostezar.
Recuerdo que entre el grupo de mujeres había una abogada especialista en tema de inmigrantes. Ahí Andy se despabiló. Por alguna razón le llamo poderosamente la atención el tema y como si fuera casting de edecanes, la señaló a ella y le pidió que se quedara y a las demás nos dio las gracias y no dijo más.
Es ahí donde empecé a desilusionarme más de usted. No había querido recibirnos.
Con los años entendería que a usted le incomodan y le intimidan las mujeres, a menos que sepa que son mujeres que le van a aplaudir o lo van a adular.
Hubo algo que terminó por convencerme de que usted no sería la mejor opción para México: un video que circuló por ahí en aquel tiempo y que extrañamente no lo he vuelto a ver, en donde usted iba de copiloto en una camioneta y el pasajero de atrás parecía grabarle sin que usted se diera cuenta, entonces comentó algo así como: “La cosa es hablarle bonito a la gente y convencerlos de que me necesitan”, lo decía riéndose.
No sé qué fue de ese fragmento de video que yo pude ver. Seguramente se habrán encargado de borrarlo y de desaparecerlo, pero yo no miento, juro por Dios que lo vi.
Señor presidente, pues ya está, logró ser presidente, vivir en Palacio Nacional y tener todo el poder.
Sin embargo creo que nunca llegó a ser feliz. Su resentimiento y rencores que lleva cargando desde la niñez no le han permitió ser realmente feliz y sentirse libre.
Las heridas en la niñez nos marcan para toda la vida, yo lo sé.
No le conozco y no me consta que haya pasado una niñez difícil pero lo intuyo. ¿Sabe? Soy una mujer muy intuitiva. Tantas veces estar tan cerca de morir dice que te vuelve más sensible y pues sí, creo que eso me pasó.
Han sido 6 años de estar muy enojada con su gobierno y con usted, 6 años de corajes, de rabia, 6 años de desesperación por ver que no hay seguridad, que los niños no tenían sus medicamentos contra el cáncer en tiempo y forma, que no hay atención para la salud de primer nivel para todos los mexicanos: para los que votamos por usted y para los que no.
Rabia por saber que hay mujeres y hombres desaparecidos, que no hay amor hacia el pueblo sino hacia el poder.
6 años donde todos los días habían señales de que aún existían los corruptos y la corrupción.
Esta última cirugía que me realizaron broncoaspiré en el quirófano y otra vez estuve muy cerca de morir.
Y me he replanteado mi vida y la forma en cómo quiero vivirla: ya no quiero estar enojada. Quiero perdonarlo.
Sé que detrás de su fachada de primer mandatario hay un hombre que termina su sexenio cansado y harto. Termina también solo, porque Beatriz no se va a ir a La Chingada con usted.
Le cuento que a mi padre que en paz descanse lo jubilaron sin que él quisiera, justo el día que cumplió 50 años de trabajar. El entonces instaló su oficina con los mismos muebles que tenía en su trabajo, en la casa, él no podía desprenderse de todo lo que había logrado.
Él esperaba que la gente lo siguiera adulando, aplaudiendo y queriéndole, porque mi padre había alcanzado el puesto de director de una de las compañías más importantes en frenos para coches.
Pero no. Nadie lo fue a visitar, nadie le llamaba. Fue un golpe durísimo para el que lo abatió hasta llevarlo a la demencia y a la muerte.
Yo sé que lo que viene para usted es igual de duro. Por eso yo sé que lo seguiremos viendo y escuchando porque usted no podrá vivir lejos de todo esto. Estoy segura.
Pero si es verdad que se retira y que no volveremos a saber de usted como lo ha prometido, le deseo un retiro de paz, de descanso y de reflexión.
Usted es afortunado no por ser presidente ni por tener poder, usted es muy amado por mucha gente que incondicionalmente le entrega su amor y su lealtad y eso lo hace ser verdaderamente afortunado.
Gracias a esas personas que son millones logró estar donde está.
Ciertamente nunca habíamos tenido a un presidente tan amado.
Jamás habíamos tenido un presidente tan hábil e ingenioso para convertir las conferencias de prensa en un espectáculo.
Es usted un genio de la comunicación.
Me han dicho los que lo conocen muy bien, que adora a sus hijos, disfrútelos y cuide y acompañe lo más que se pueda a Jesús Ernesto. Se lo que le digo. Tengo dos hijos adolescentes de su edad.
Estoy en paz, y quiero estarlo también con usted que aunque no le importo y no me conoce, para mí es importante escribirle esta carta diciéndole que la paz que elijo tener, deseo que también usted la encuentre.
Siempre he alzado la voz ante las injusticias, no dejaré de hacerlo. Es parte de mi naturaleza y estaré muy atenta y hasta con la esperanza de que nos vaya mejor con su muy estimada Claudia Sheinbaum.
En fin… Que venga un tiempo de paz para usted. La paz la merecemos todos, ya es hora.
Es cuanto.
Saludos cordiales
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