Claudia Curiel de Icaza: intempestiva entre el arte y la cultura​

Lo contemporáneo como intempestivo

Creo que hay una manera en que Claudia Curiel de Icaza puede ser tradicional y contemporánea a un tiempo, de acuerdo a sus palabras que son incluso más abarcadoras: “Seremos plurales, incluyentes y propositivos, seremos tradicionales y contemporáneos, seremos osadas y responsables”. Declaración hecha por quien será la nueva secretaria de Cultura al ser anunciada por Claudia Sheinbaum el pasado 18 de julio.

Es decir, una imbricación de tradición y contemporaneidad, considerando que estas refieren a características culturales pero sobre todo a características históricas: la primera significa un pasado que continúa en el tiempo, la segunda, un presente continuo que se va haciendo pasado. Una imbricación, una síntesis que puede darse bajo el concepto de lo intempestivo. No en el sentido de lo inconveniente o desacertado sino en la idea de quien se distancia del tiempo en que nace y vive, del que se abstrae del ensimismamiento para ver con amplitud (idealmente, una suerte de sub especie aeternitatis; la perspectiva de lo eterno). Quien toma distancia de su propio tiempo –sin dejar de pertenecer a él, natural y racionalmente- para encontrar el vínculo con todo lo valioso del pasado que ha llegado a nosotros.

Lo intempestivo: una idea, una “orientación” propuesta por el filósofo Giorgio Agamben que cita al crítico y teórico Roland Barthes, que cita a su vez a Friedrich Nietzsche y sus Consideraciones intempestivas; y quizá habría que citar cuando menos también a De Montaigne y a Séneca. ¿Cómo abrazar lo mejor del pasado? ¿Cómo conciliar ese pasado con nuestra expresión contemporánea? En primer instancia, teniendo conciencia de ese propósito.

Es de esta manera como me puedo explicar la intención de la futura secretaria de Cultura. Curiel de Icaza tal vez sea, o tendrá que ser una mujer deliberadamente intempestiva. Así, desde su posición de poder deberá ejecutar y desarrollar una política cultural que incorpore tradición y actualidad de manera amplia. Y así, podrá ser asimismo plural, incluyente y propositiva. Podrá atender la tendencia política y social del tiempo mexicano hoy: la prevalencia de las culturas nativas (no las llamo originarias porque, ¿qué es lo originario, qué lo original?), las manifestaciones populares, las expresiones masivas, lo que ya es tradicional en México, pues, y sus exponentes. Pero también lo nuevo o relativamente nuevo tiene que ser atendido. Y en esto nuevo, dentro de una sociedad plural e incluyente, se tiene que considerar al arte y a los géneros artísticos probados en el tiempo, que también son intempestivos en cierta manera: las bellas artes que siempre tienen una expresión contemporánea.

|Permitamos un momento de contemporaneidad y tradición, la estética de George Balanchine que modificó la técnica del ballet para crear, con la música contemporánea (en su tiempo) de Igor Stravinsky, una coreografía con base en un tema clásico, Agón, que representa una batalla, una contienda; por ejemplo, en la poesía, Harold Bloom ha planteado la angustia del espíritu agonista del poeta nuevo frente o contra la tradición poética. Aquí el “Pas de deux”, de la coreografía estrenada en 1957 con el New York City Ballet|:

Cultura y bellas artes

Las bellas artes ha sido una de las ausencias del primer gobierno de la llamada Cuarta Transformación. No quiero decir que hayan terminado con ellas, no. Por ejemplo, los grupos artísticos del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura continuaron percibiendo sus presupuestos, asimismo las orquestas del país; han persistido también los concursos, las becas. Es decir, pese a las críticas y la desinformación, todo lo institucional continúa vigente tanto como antes del presente gobierno. No obstante, dentro de los grupos o individuos independientes dedicados a las bellas artes sí ha habido disgusto y un distanciamiento creciente respecto de las políticas del sector Cultura de la administración vigente; y se puede entender, pues esta ha sostenido su prioridad en políticas culturales en consonancia con las generales del gobierno federal que privilegian el sentido de “primero los pobres”, primero los pueblos, frente a ello el arte suele ser subsidiario.

Pero con Claudia Sheinbaum, artista, científica y mujer de conciencia, se tiene que abrir la oportunidad de atender los agravios, disgustos y distanciamientos. Y Claudia Curiel tendrá que materializar esa posibilidad: lo tradicional, sí, pero también las bellas artes y sus expresiones actuales independientes, que para eso somos plurales y contemporáneos a la par que tradicionales; un buen augurio existe ahora por lo menos.

La cultura lo comprende todo, puede ser tanto la construcción de un camino artesanal de Oaxaca como el nuevo Malecón de Villahermosa, pero debe también tomar en consideración al arte. Arte y cultura pueden ser distintas cosas cuando no se integran dentro de la política cultural de un gobierno; lo mejor es que coexistan creativa y productivamente.

Hay muchas posibilidades para proponer arte y cultura (más adelante ofreceré algunas muy concretas). Como se hizo ya en México en lo que ahora se llama tercera transformación, cuando como resultado de la Revolución Mexicana hubo un impulso vigoroso al arte en general: literatura, pintura, música, cine, danza moderna, etcétera. ¿Por qué no propiciar algo semejante? No se ha hecho al inicio de la 4T, ¿lo hará su segundo piso?

|Un segundo momento. Con una ópera como Carmen, de Bizet –a propósito, muy valorada por Nietzsche en su pleito contra Wagner-, se puede bien realizar el ejercicio de combinar un arte clásico con una representación plural, popular; ya hablaré de ello en mis propuestas. Aquí va “La habanera” con Elina Garanca|:

Los Curiel y lo inexcusable en Claudia

Me llama mucho la atención una nota de El Universal sobre el bagaje artístico familiar de Curiel, porque deja entrever que, sensible al igual que su jefa Sheinbaum ya desde la secretaría de Cultura de la Ciudad de México, tiene todo para emprender la tarea, pues familiar, formativa y educativamente nació y creció en una atmósfera artística: música, cine, literatura… Tomo los datos del mencionado periódico:

-Tataranieta de Amado Nervo; vaya sorpresa.

-Nieta de Federico Curiel. Cineasta con más de 50 películas.

-Sobrina nieta del famoso Gonzalo Curiel. Compositor sobre todo de boleros y de música para películas.

-Hija de Claudia de Icaza, periodista de espectáculos de gran experiencia en diversos medios.

-Hija de Francisco Curiel Defossé, actor y creador también de boleros (hermano al parecer del escritor y funcionario de la UNAM Fernando Curiel Defossé).

-Tiene un hermano director de cine y un primo escritor.

En realidad, es de suponerse que muchos integrantes de la familia Curiel estén ramificados en el ejercicio de las distintas artes; tal vez también los De Icaza. Por tanto, como historiadora y gestora cultural, como espectadora y testigo del arte y la cultura en México, como funcionaria reconocida del sector Cultura en la Ciudad de México, no hay excusa posible para no procurar una feliz imbricación de lo tradicional de la cultura mexicana con las distintas manifestaciones artísticas que ha desarrollado la humanidad en el tiempo y que tienen su expresión actual: esto tendría que ser lo contemporáneo, lo intempestivo en Claudia Curiel de Icaza; así comprendo sus palabras arriba citadas.

Y para hablar de cronología y oportunidad y atendiendo a otra propuesta reciente de Agamben como un augurio, que dentro del Chronos (el sexenio) de Claudia Curiel prospere el Kairós (la ocasión) para bien del arte y la cultura que se avecinan en México.

|Por último, un tercer momento, “Vereda tropical”, de Gonzalo Curiel, su más famoso bolero; por cierto, leo que el padre de Claudia, Francisco, ganó un Festival OTI como autor o coautor de la canción “Un bolero”. Aquí, el tenor venezolano Alfredo Sadel y la orquesta que lo acompaña combinan el canto clásico con la canción popular|:

Héctor Palacio en X: @NietzscheAristo

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