¡Qué vergüenza, Estados Unidos!​Leonardo Kourchenko

La alianza natural entre Estados Unidos e Israel alcanzará en pocos días niveles de escándalo.

El gobierno americano ha invitado a Benjamin Netanyahu a dirigir un mensaje en sesión conjunta del Congreso: Cámara de Representantes y Senado unidos, para escuchar… al “carnicero” de Gaza.

Si ya existe un costo político entre votantes jóvenes para Biden por el apoyo irrestricto de Washington a Israel en su desproporcionada y criminal ofensiva contra los palestinos en Gaza, ¿cuál calcula usted que será la factura por llevar a Netanyahu a hablar frente al Congreso?

En como llevar a Slobodan Milosevic como invitado especial.

Benjamin Netanyahu no merece una distinción de esa categoría.

Muy pocos personajes internacionales han dirigido mensajes a una sesión conjunta del Congreso americano. Es un honor especial y se lo van a otorgar a un político de minúsculo apoyo en su país, con las manos manchadas de sangre, por una política bélica que supera toda proporción geopolítica o estratégica.

La aprobación de Netanyahu al interior de Israel ha caído en la última semana a niveles nunca antes vistos: 18 puntos a principios de junio. La más baja desde que estalló el conflicto.

Apenas ayer lunes renunció el general Benny Gantz, ministro en el gabinete de Unidad Nacional construido por Netanyahu después de la invasión de Hamás a territorio israelí.

Gantz es un prestigiado exmilitar, político de oposición que se unió al gobierno para enfrentar la emergencia. Hoy se separa por disentir con las políticas de Netanyahu por continuar la guerra y negarse, dijo, “a aceptar la victoria”.

Según el propio presidente Biden, hace una semana, Netanyahu no termina el conflicto porque no tiene futuro político después de la ofensiva.

Para todos resulta evidente que una vez firmada una inicial tregua o acuerdo de paz, el futuro político de Netanyahu es prácticamente nulo. Primero, porque tendría que llamar a elecciones, donde sería expulsado del gobierno. Y, después, no faltarán juicios, expedientes, investigaciones por acción u omisión en la invasión de Hamás a territorio israelí y las barbaridades cometidas en contra de ciudadanos de Israel.

Y por si faltaran elementos a nivel internacional: juicios por crímenes de guerra ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU por un inmediato cese al fuego y demás temas a nivel internacional que lo señalan como responsable de una masacre humanitaria.

Con la salida de Gantz, Netanyahu se queda con los ultraortodoxos y los ultranacionalistas en su gobierno de unidad, que resulta ya una fracción bastante parcial de la representatividad en el país.

Benjamin no tendrá a dónde ir, dónde esconderse o dónde refugiarse.

En su país no lo quieren; en el mundo tampoco y varios organismos internacionales quieren echarle el guante para demostrar –tardíamente– que nadie puede cometer una masacre de estas dimensiones y quedar impune.

En contraste con el tono internacional, será recibido en Washington como invitado especial, y cientos de congresistas estadounidenses se sentarán a escuchar un mensaje vacío, rebosante en lugares comunes y autovictimización.

Biden deberá pagar en las urnas la desgracia de darle la mano al criminal de guerra, al igual que todos los republicanos que lo aplaudirán y recibirán en el Congreso.

Oscuro y lamentable momento de la política internacional.

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