Con los resultados oficiales de la elección, confirmando el triunfo del obradorismo, pero sobre todo con el margen tan amplio de su victoria sobre la oposición, creo importante hacer el análisis de los factores que pueden explicar, justo, la contundencia de ello.
1.- El voto oculto a favor de Morena. Aunque las encuestas han perdido credibilidad, al convertirse en mera propaganda, existía, sin duda, en amplios sectores sociales y sobre todo de análisis en los medios de comunicación, la convicción de la existencia de un voto oculto, que se presumía pudiera ser a favor de la oposición y que podría tener resultados en la composición del Congreso para hacer de este un equilibrio al poder presidencial.
Había consenso de que ganaría Morena la presidencia; sin embargo, se mantenía la creencia de que había un voto oculto y que este era de la oposición, y aún en la jornada electoral, las largas filas suponían que esto se estaba expresando así; sin embargo, sí, sí había un voto oculto, pero no a favor de la oposición, sino a favor de Morena.
Lo cual me lleva a pensar que eran morenistas de closet que, durante los meses previos al día de las elecciones, no lo expresaban públicamente frente a la realidad o a preguntas de ‘quién, en su sano juicio, votaría por Morena’, con el fracaso en materia de seguridad por sus ‘abrazos y no balazos’, que han dejado ya cerca de 190 mil asesinatos, o cómo podrían argumentar que votarían a favor de la continuidad en el gobierno morenista, cuyo pésimo manejo en la pandemia de Covid había costado la vida a 800 mil mexicanos, de los cuales, según el informe de la comisión independiente, cerca de 300 mil muertes se podrían haber evitado; o con qué argumentos defenderían que la economía marchaba bien, cuando en promedio el crecimiento económico es de 0.8 por ciento, o cómo negar la crisis del sector salud que mantiene, según Coneval, a más de 50 millones de mexicanos fuera de la cobertura de estos servicios por parte del gobierno, o con qué argumentos defender la destrucción de las instituciones, que solo en 2020 en plena pandemia, desaparecieron 109 fondos y fideicomisos que han dejado a amplios sectores sociales fuera de apoyos, como a los niños con cáncer, o cuando se han presentado catástrofes naturales, que antes el Fonden cumplía con esa función, o el desastre que han hecho con la educación básica.
Por espacio no enumeramos más de los desastres del obradorato, que a final de cuentas, en un voto emocional, quedó claro que las razones no cuentan.
2.- El voto a favor de la continuidad por el peso de los programas sociales. Sin duda, programas sociales han existido desde hace sexenios, pero la manera de mantener una narrativa de ‘venta’ como si estos fueran por primera vez y además otorgados por el presidente, amén de ser sin intermediarios, y en dinero constante y sonante, son un factor positivo a favor de Morena como partido oficial, así como la gran operación política en tierra, que los llamados ‘siervos de la nación’ hicieron con los beneficiarios, ya para llevar la cantaleta de que si Morena perdía se eliminarían dichos programas, ya para recordar que habría que ser agradecidos con el presidente y su movimiento por ellos. Sin duda, el aumento en los salarios mínimos, que nadie regatea y se reconocen, es otro de los elementos que influyeron en votos a favor del triunfo de la coalición que encabezó Morena.
3.- El voto orientado por el crimen organizado. Durante la campaña, el crimen realizó cientos de acciones violentas que dejaron como saldo 40 precandidatos y candidatos asesinados. Ninguna elección en el mundo podrá decir que se da en democracia si el proceso electoral se da en medio de las balas. Miles de candidatos renunciaron por amenazas de los delincuentes, pero sin duda, quedó manifiesto que esa ‘limpia’ que realizaron los criminales tenía la clara intención de influir sobre la orientación del voto como en las llamadas ‘casillas zapato’, y de los candidatos que ellos querían que participaran y a cuáles vetaban.
4.- El voto contra la partidocracia. La desfachatez de las cúpulas partidarias de enlistarse para asegurar un lugar en el Congreso y su cerrazón a incluir a personalidades de la oposición social, su pésima imagen y el rechazo social por la ausencia de una autocrítica desde 2018, cuando perdieron la presidencia, así como la falta de construcción de una narrativa frente al discurso dominante de la polarización hizo que, incluso, se diera voto cruzado como lo ejemplifican los casi 200 mil votos en la Ciudad de México a favor del candidato de la coalición opositora, pero no de la candidata presidencial. La existencia de una crisis del sistema de partidos tradicionales no quiere decir que no haya oposición en la sociedad, pero la hora final de la partidocracia una vez más se hace evidente y refleja una de las caras de la crisis política que se vive de parte del discurso de la democracia mexicana.
5.- El voto por el populismo autocrático. El resultado electoral refleja que al final del día la llamada ‘transición democrática’ es un fracaso porque lo que ha parido es un sistema autoritario, dando el poder casi absoluto a una sola persona, olvidándose del equilibrio constitucional de los poderes y donde ahora resulta que el contrapoder más poderoso al populismo autocrático es el mercado financiero y el Tratado de Libre Comercio.
El voto del 2 de junio fue también un referéndum a un gobierno, por demás demostrado, inepto y corrupto, y que cuando menos, 50 veces, el presidente violentó la Constitución y las leyes electorales con sus acciones y sus dichos, habiendo mantenido con ello una cancha dispareja, evidenciando a la vez a una autoridad electoral cuando menos incapaz de meterlo en cintura y haber hecho con esto del proceso electoral un proceso inequitativo.
Pero al final, el referéndum lo gana el presidente, gana el voto por el populismo autocrático. Por último, no olvidemos el dato del abstencionismo, un 40 por ciento del padrón electoral no votó, una cantidad mayor a la que la candidata ganadora sacó ojo con ello. Esa es la ‘ciudadanía’ mexicana. Es lo que hay.
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