Hace poco menos de 30 años, en 1997, Steven Hankin, entonces socio de McKinsey, acuñó la frase “la guerra por el talento”. La frase se refería a la dificultad que en aquel entonces estaban experimentando los empleadores para reclutar y retener a los profesionales más cualificados.
Creo que la frase más bien debió ser “la guerra entre empleados y empleadores”. Hace tres décadas, tres años antes del boom de las empresas “puntocom”, la guerra de talento se dió porque la gente empezó a rotar de empleo, no porque hubiera escasez de gente, como sucede hoy en día debido al envejecimiento de la población mundial.
Aquella guerra entre jefes y colaboradores ha evolucionado considerablemente. Aunque en 2014 Josh Bersin declaró unilateralmente que “La guerra por el talento ha terminado. Ganó el talento”, la realidad nos muestra lo contrario. En 2021, se alcanzó el pico más alto de vacantes en Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial, con 10.4 millones de vacantes, salarios incrementando sin control y términos como “la Gran Renuncia” y “la Renuncia Silenciosa”. Esta guerra no ha hecho más que agravarse.
Quizá el principal problema de todo esto es no haber identificado, o al menos nombrado apropiadamente, el problema que desde finales de los años 1990 se ha venido acrecentando: los jefes desconfían de sus empleados, y estos, tramposos, buscan la manera de trabajar menos.
En noviembre de 1995, la cadena FOX emitió la séptima temporada de la serie de televisión de dibujos animados Los Simpson. En el episodio 7, Homero se propone engordar 130 kilos para poder ser declarado incapacitado y trabajar de forma remota. Una vez que logra su objetivo, consigue que le permitan trabajar desde casa, supervisando la seguridad de la central nuclear a través de su computadora de escritorio.
Al poco tiempo, Homero se cansa de estar encerrado en casa y decide irse al cine. Para evitar ser descubierto por sus jefes, Homero deja la tarea de manejar el ordenador en el pico de un pájaro bebedor de juguete, confiando en que este mantendrá su trabajo en marcha con sus repetitivos movimientos hacia arriba y hacia abajo. Mientras Homero se ausenta, el pájaro mecánico sigue golpeando la tecla del teclado, manteniendo la ilusión de productividad en su ausencia.
Casi veintinueve años después de transmitirse aquel episodio, esta triquiñuela es hoy en día un verdadero problema con las personas que trabajan de manera remota. ¡Los Simpson lo hacen de nuevo, predicen la nueva treta de los empleados en los ambientes híbridos!
La semana pasada, el Wall Street Journal publicó una nota que, por preocupante, es hasta cómica: el auge del trabajo remoto provocó un incremento en el uso de “jigglers” o meneadores del ratón y del teclado para ayudar a los empleados a fingir actividad computacional (The Jiggle Is Up: Bosses Bust Workers Who Fake Computer Activity. Julio 02, 2024).
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