Las mañaneras de Claudia Sheinbaum​

Para empezar, diré que, como la propia futura presidenta lo ha dicho, no sabe a bien cómo serán sus conferencias de prensa, pero de que las habrá diariamente, las habrá.

Supongo que debería de hacerlas en la mañana, pues ya tendría a un público cautivo en ese horario, un público que casi, como ir a misa, encendía sus televisiones en la mañana para oír y ver la “homilía” de López Obrador.

Debo aceptar que el todavía presidente es un mago en cuestión de marketing y de atracción de las masas. Diría yo que él es un genio de la comunicación. Es un mago, pues. Como un hipnotista.

Sabe mover las manos de los brazos como aleteando para distraer, para evadir preguntas. Sabe perfectamente en qué momento pedirle a su fiel escudero, Jesús Ramírez Cuevas que le proyecte alguna nota, alguna canción, incluso, algún video.

Sabe como hasta con la mirada conectar con los que están ahí presentes. He llegado a creer que sus pausas al hablar ya son verdaderamente intencionales, y lo hace para tenernos a todos ahí, esperando en qué momento va a terminar por completar la frase que quería decir.

Sus conocimientos de la historia de México también le han servido para desviar las preguntas que le incomodan y entonces se pone a hablarnos de Miguel Hidalgo y Costilla y de Benito Juárez.

Se sabe refranes, se sabe canciones, repite y recuerda anécdotas que le hacen soltar una carcajada y entonces de pronto parece más que conferencia un programa de concursos, de chistes, un gran standupero.

Esa es la genialidad de Andrés Manuel López Obrador: Ser un gran orador. Aunque no me lo crean, lo es. Y esa habilidad o ese don lo han llevado a estar donde está.

Ahora bien: ¿Qué va a pasar con la popularidad de Claudia Sheinbaum?

Tendrá que relajarse muchísimo en sus conferencias diarias. Dejar de ser tan acartonada y rígida, tendrá que encontrar algo que la gente quiera ver, así como han querido ver el show diario de López Obrador. Bueno, hasta sus berrinches son maravillosos, porque dan risa y ni él mismo los puede ocultar.

López Obrador siempre rogó porque se respetara su investidura presidencial. No se logró.

Quizá a Claudia Sheinbaum sí se le de que se le respete como presidenta y no convierta sus conferencias en un show cómico-mágico-musical.

A lo mejor, volvemos a los ochentas cuando recuerdo bien que todos sentíamos respeto ante el presidente en función de aquella época e incluso el día del Informe Presidencial, todo México se detenía para verlo y cómo olvidar la llegada del presidente por ejemplo recuerdo a López Portillo en 1982 llegando a San Lázaro en un carro descapotable saludando a la multitud que se quería acercar a él y papelitos de colores cayendo del cielo.

Me dirán que fue un ratero y un desgraciado, como muchos,  pero en aquel entonces existía respeto ante la investidura presidencial.

Por aquí dejaré la foto de ese momento que me tocó verlo por televisión y aunque era yo una niña, se quedó grabada esa imagen en mi mente para siempre:

Yo pienso que Claudia Sheinbaum si bien quizá no le gane a López Obrador en cuanto a simpatía ahora que SDPnoticias por medio de su afamada casa encuestadora “CLAUDIAMetrics”, posiblemente le ganaría a López Obrador en cuanto a seriedad, sobriedad, y credibilidad.

Será interesante ver como Claudia esquiva los dardos punitivos de algunos reporteros libres que cuestionan y confrontan y que lanzan esas preguntas que incomodan y quiebran.

Porque, ¡ah!, Andrés Manuel López Obrador es un genio para ello. Aplaude, aletea sus brazos, le pide canciones al guapísimo de Jesús Ramírez Cuevas, nos habla de historia o de su niñez y ya. Con eso logra esquivar todo.

En fin, lo que estamos viviendo es histórico y agradezco a la vida por dejarme vivir este momento.

Es cuanto.

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