Ayer la presidenta electa Claudia Sheinbaum anunció el nombramiento de Mario Delgado como próximo secretario de educación pública. Si bien se celebraron las primeras decisiones de la ex jefa de gobierno, su decisión de colocar al ex presidente de Morena al frente de la SEP se antoja como una maniobra bastante desafortunada.
Muchos mexicanos quizás no conocen el estado de la educación pública en el país. A lo largo de las décadas el futuro de los niños y jóvenes ha estado a merced del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Este gremio, a través de sus líderes regionales, ha empleado el chantaje político con el objetivo de obligar a los gobernadores a someter la política educativa estatal a los designios de un puñado de impresentables. Mediante el control de las plazas docentes y la designación de los funcionarios, el SNTE funge en los hechos como el verdadero poder de decisión detrás de la política educativa.
A nivel federal ha ocurrido lo mismo. Los gobiernos del pasado de todos los colores optaron por conceder al magisterio sus demandas, olvidándose a su paso de la educación en el aula.
Sí, millones de niños y jóvenes mexicanos viven prisioneros de los intereses políticos de los “maestros”. Como si estos fuesen dueños de su futuro, utilizan infamemente el discurso de la educación para pelear por sus intereses gremiales, y si se quiere, personales.
La decisión de abrogar la reforma educativa de 2013 (el primer intento de devolver al Estado mexicano la rectoría de la educación), la de nombrar a la impresentable Delfina, luego a Leticia Ramírez, y ahora, a Mario Delgado, confirma una vez más la traición del régimen lopezobradorista a los niños y jóvenes mexicanos.
Delgado, ufano, inició ayer su discurso de agradecimiento con un mensaje a los maestros. “Somos sus aliados” – expresó. ¡A los maestros! No a aquellos maestros que sí que aman su trabajo y que ponen su mejor esfuerzo para trasmitir sus conocimientos, sino a un grupo de corruptos que hoy se regocijan ante el doblamiento anticipado del gobierno de Claudia Sheinbaum ante sus ambiciones mezquinas.
Mario Delgado es el nuevo rostro de la tragedia educativa; una tragedia que nos duele a todos.
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