La ministra presidenta le dijo a uno de los medios de habla hispana más importantes del mundo “estamos negociando y me voy a dejar la piel para mejorar la reforma judicial”. Es falso: no tiene ninguna interlocución ni con el Ejecutivo ni con el Legislativo; su piel carece de valor, su suicidio personal y político no tiene importancia.
En anterior columna señalamos la existencia de chats enviados a altas horas de la noche en los que plasma su falta de coherencia y entendimiento de la realidad política del país. Lo mismo envía mensajes retadores a un senador que amenazas a los magistrados del Poder Judicial de la Federación. Su mundo paralelo cada vez es más fantasioso.
Ella apostó por el triunfo electoral de Xóchilt Gálvez; demostró su ausencia de imparcialidad con la cena a la que convocó a los magistrados electorales para mostrar su preferencia política con la presencia de Alejandro Moreno, presidente del PRI.
Sus apuestas han sido equivocadas y todas llevan a una conclusión: cuando rompió el techo de cristal destruyó el edificio del Poder Judicial. Es responsable de la crisis por la que está en vilo la carrera de casi mil ochocientos magistrados y jueces. No lo digo yo, lo dice el senador Monreal partícipe central en la discusión de la reforma judicial.
En el sentido más literal de la palabra, Norma Piña se emborrachó de poder, soberbia y vanidad. Intentó sin éxito articular acciones políticas para defenderse de la embestida pública de los otros poderes usando vilmente al sindicato del Poder Judicial y los sentimientos de pertenencia y amor de miles de magistrados, jueces y secretarios al movilizarlos inútilmente en marchas.
Ahora la señora ministra intentó dar un verdadero golpe de Estado a las instituciones democráticas del país. El tiempo lo demostrará; la carpeta de investigación iniciada contra el juez Rodrigo de la Peza no dejará dudas; ella operó un complot pensado por otros para modificar inconstitucionalmente la conformación del Tribunal Electoral e incorporar magistrados regionales electorales decanos identificados fuertemente con el PRI y el PAN. El único objetivo era modificar los precedentes existentes en materia de límites a la sobrerrepresentación.
La esposa de Rodrigo de la Peza fue nombrada como responsable de los servicios médicos de la Corte al llegar Norma Piña; la designación fue impulsada por Natalia Reyes Heroles quien se ha convertido en la compañera de las tertulias de la ministra que duran hasta la madrugada y de cuyos resultados de ‘trabajo’ solo hay chats enviados a, por ejemplo, el Capítulo México conformado por juezas y magistradas en las que pretende hacerse la heroína y decirle a todas las integrantes que las persiguen por su manera de pensar.
La suspensión de Rodrigo de la Peza en el juicio de amparo 969/2024 fue ya rechazada por el Tribunal Electoral, cuyas resoluciones son inatacables. La consecuencia es el inicio de queja ante el Consejo de la Judicatura, denuncia ante la Fiscalía General de la República y de Juicio Político ante el Congreso de la Unión. La causal, el ataque abierto a las instituciones democráticas del país para tratar de incidir ilegalmente en la resolución de la calificación de las elecciones mediante una nueva integración de este Tribunal. Se conjuró con ello el golpe de Estado ejecutado por Norma Piña y Rodrigo de la Peza.
Pero las secuelas son muy perniciosas. Se advierte el riesgo de alargar la existencia de la actual Suprema Corte y la necesidad que la elección de la nueva sea este mismo año; al frente de la Corte hay una persona cuya “falta de pericia, entendimiento racional e inteligencia política” han generado una crisis institucional en todo el Poder Judicial y para minimizar los costos hay dos opciones: renuncia o se va por disposición de un artículo transitorio en la reforma.
Pero Norma Piña, cual niña aferrada a un dulce, se aferra a su mundo paralelo donde ella es la heroína del cuento y deja la piel con un suicidio que no le cuesta la vida a ella sino a todo el Poder Judicial. Es una lástima que la “falta de entendimiento racional” no sea causa de cese en el cargo. Riesgoso para el país que exista el mundo paralelo de Norma Piña
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