Y cómo no lo va a estar, si ha conseguido tener una exitosísima revisión contractual y salarial con los tripulantes de cabina agremiados a la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México (ASSA). El gran mérito de esta negociación es sin duda de Angélica Garza, la jefa de recursos humanos de Aeroméxico, junto con su equipo de abogados.
Me ha tocado estar del otro lado, en la parte sindical, y sé de primera mano que no son fáciles, ni mucho menos sencillas esas mesas de negociación, sobre todo cuando las propuestas y contra propuestas son irreconciliables. En este caso, debo reconocer que Aeroméxico, y los encargados de defender la postura empresarial, generaron las condiciones idóneas y necesarias para salir victoriosos, ante cualquier escenario que se llegase a presentar.
Por eso admito y le doy el mérito al gran trabajo que hicieron, pues finalmente es el papel de la empresa. Sin embargo, no tengo la misma opinión de la parte sindical; ahí no voy a obsequiar felicitaciones, sino una larga lista de quejas y reclamos para quien olvidó su papel fundamental: defender los derechos laborales de sus agremiados.
Independientemente de las negociaciones y los acuerdos entre Aeroméxico y ASSA de México, quiero exponer -y sobre todo señalar-, lo que no debe ser un sindicato.
ASSA de México se ha convertido desde hace varios años en un apéndice de la aerolínea, desde que Ricardo Del Valle ocupaba la secretaría general. Tan es así, que manejaba el sindicato no como una organización gremial de trabajadores, cuya jerarquía se caracteriza por ser totalmente horizontal, sino creando un verdadero coto de poder, generando un anhelo entre los sobrecargos por ser los elegidos para desempeñar un cargo sindical, no para la defensa de los derechos de los agremiados, sino para ser beneficiados por privilegios y canonjías, las más de las veces inmerecidas.
Lamentablemente eso no cambió con la salida de Ricardo Del Valle del poder, sino que se ha perpetuado, e incluso me atrevo a sostener, se ha “perfeccionado”.
En ASSA todo estuvo mal desde un comienzo, primero porque a pesar del cambio de dirigencia, el sindicato fue incapaz de ver los muchos temas concomitantes, y eso que solamente tienen una empresa viva (en otros tiempos eran cinco).
De manera inexplicable, y con un alto grado de indolencia, dejaron de lado temas de capital importancia para el resto de sus agremiados, como la huelga de Transportes Aeromar o el enorme cúmulo de temas pendientes a resolver concernientes a los sobrecargos de Mexicana de Aviación y de Click.
Esto sin mencionar que las malas decisiones tomadas por la actual secretaria general, mantienen al sindicato en una especie de marasmo. Por mencionar algunas, las malogradas destituciones de representantes sindicales, que al final terminaron perdiendo ante las autoridades laborales del país, y que llevaron a ASSA a la peor revisión que he visto en su historia.
Lo digo con todas sus letras, porque la revisión no fue beneficiosa para los sobrecargos al servicio de Aeroméxico, sino para la empresa y ahora me explico. De manera por demás falaz, y tratando de hacerlo ver como un gran éxito del sindicato, esta revisión comenzó con el pie izquierdo.
El pliego petitorio, en lugar de ser el estandarte de exigencias del gremio, ha sido reducido a una lista de buenos deseos que los trabajadores le hacen a la empresa para mejorar sus condiciones laborales, Y peor aún, de manera intencional fue mezclado con el convenio de ahorros que firmaron hace cuatro años con motivo de la pandemia de Covid-19.
En lugar de llevar “por cuerdas separadas” tanto el tema del convenio como el de la revisión contractual, la secretaria general con aires totalitarios y sin tomar en cuenta al resto del comité ejecutivo, se creyó (o la hicieron creerse) más parte del organigrama de la empresa que líder sindical; una especie de “directora”, que mezcló dos temas (revisión contractual y convenio de ahorros) y bajo la vacua excusa de haber firmado un pacto de “secrecía” con la empresa, llevó a cabo la más reciente revisión contractual a espaldas de los sobrecargos.
Hay que decirlo fuerte y claro, el famoso “pliego” fue más bien un compendio de paja para llegar a negociar con la empresa y nunca buscó en realidad mejorar las condiciones laborales de los sobrecargos. Y es que en Aeroméxico sucede algo: en realidad son dos contratos los que tiene con los sobrecargos.
Se conocen como el contrato A, que aplica para los sobrecargos contratados después de la quiebra de Aeronaves de México (1988), cuando tuvieron que pactar nuevas condiciones laborales con Aerovías de México. La secretaria general se ha referido a este contrato como “el caro”, porque en septiembre de 2014, Aeroméxico logró que ASSA firmara lo que se conoce como contrato B, o el “anexo B” como también le llaman.
La particularidad de este segundo contrato, aplicable a los contratados a partir de 2014, es que su costo operativo es de alrededor del 60% menos que el contrato A. En el medio de la aviación decimos que “son los sobrecargos similares, porque hacen lo mismo, pero más barato”.
La idea, es que el contrato B vaya empujando lentamente a la extinción del contrato A. De hecho, después de 10 años, hoy la gran mayoría de los sobrecargos de Aeroméxico trabajan bajo ese “anexo”.
Nota característica del contrato B es su tabulador, el cual está fijado a 10 años; esto es, cada 10 años la empresa te sube el “sueldo”, pues bueno, este punto fue completamente ignorado por la secretaria general, y en lugar de pedir una retabulación para los sobrecargos del contrato B, puso pura paja en el pliego petitorio, dejando fuera de la negociación beneficios económicos, porque el salario repercute en todo.
La líder sindical, como simple vocera, se abocó a llevar a la asamblea de sobrecargos las propuestas de negociación de Aeroméxico. Fueron en total 3 propuestas, y con amenazas de por medio, en la última asamblea celebrada en el sindicato, alegando que había recibido una llamada del gobierno, donde el indicaban que si los sobrecargos no aceptaban esa última propuesta Aeroméxico, la aerolínea iba a quebrar.
No solo eso, incluso fue más allá, y dijo que el gobierno le iba a poner a Aeroméxico el membrete de Mexicana y los sobrecargos se iban a quedar sin empresa y sin sindicato.
Ver para creer, una líder sindical que jamás peleó por el pliego petitorio -que como ya les dije era pura paja-. De exigir retabular los salarios del contrato B, ya ni hablamos. ¡Para qué, sí así están bien!, que cada 10 años le suban el salario, a pesar de que hay tabuladores en otras empresas en las que cada 3 años o 5 como máximo, los trabajadores van cambiando de tabulador.
Seamos sinceros, el costo operacional de los tripulantes, no podría poner en riesgo jamás a la aerolínea, ya que apenas es el 3%. Por otro lado, no veo cómo el gobierno se quedaría con Aeroméxico, así de fácil y de sencillo. Por más que le di vueltas al asunto, tan solo tramitar el AOC (Certificado de Explotador de Servicios Aéreos que otorga la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) para la nueva Mexicana fue toda una odisea.
Esto es, en el mundo real no es tan fácil que el gobierno se quede con una línea aérea, menos cuando la secretaria general jamás hizo nada para tener listo el estallamiento a huelga
Como lo leen, a la par de un pliego petitorio basura, el sindicato jamás se preparó para estallar una huelga; al contrario, utilizó toda una serie de falacias ad hominen para desincentivar cualquier atisbo de ejercer presión a través de una huelga. Ni siquiera afectó el fondo de resistencia para tales menesteres, y mucho menos se llevó a cabo la logística de huelga, porque en realidad el estallamiento no estuvo en los planes de la señora que dirige ASSA.
Hoy ASSA es el ejemplo de todo lo que no debe ser un verdadero sindicato democrático, y es que no se trata de poner en jaque a la empresa, sino de saber negociar en un afán de ganar-ganar para ambas partes, en donde todos queden conformes con el resultado, sin traicionar el espíritu del sindicalismo.
Y esto en parte es “gracias” a que los trabajadores -y sobre todo los dirigentes sindicales- son unos desclasados que no se auto perciben como parte del proletariado, y creen que forman parte del círculo de los empresarios.
ASSA atraviesa por una severa crisis en todos los sentidos, al convertirse en un sindicato patronal, charro y pro-empresa. Una verdadera lástima para los tripulantes.
Cierro de nueva cuenta felicitando a Aeroméxico, porque la revisión le salió a pedir de boca. No le acuso de “marrullero” ni nada por el estilo, sino todo lo contrario. Las negociaciones son como una partida de ajedrez; todas las piezas están sobre el tablero, y no hay manera de “sacar un as debajo de la manga”. Aquí lo que sucede, y lo digo con pesar, es que ASSA no fue un rival a la altura y Aeroméxico resultó ser más que un excelente jugador.
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