La Ciudad de México volvió a vibrar en modo crisis cuando lo que inició como una marcha juvenil terminó mutando en un escenario de confrontación, gritos y arrestos. Hoy, la Fiscalía capitalina confirma un dato que enciende las alarmas: varios de los detenidos en la protesta denominada “Generación Z” están siendo acusados de tentativa de homicidio.
Según reportes oficiales, entre los arrestados se encuentran Francisco “N”, Federico “N” y Luis “N”, señalados de atacar brutalmente a un policía en las inmediaciones del Palacio Nacional. De acuerdo con la carpeta de investigación, los agresores no sólo golpearon al oficial, sino que le gritaron amenazas directas de muerte. La escena quedó registrada en informes periciales y en el testimonio de los uniformados que intervinieron.
Pero la tormenta no acaba ahí. La Fiscalía de la CDMX investiga a por lo menos cinco personas bajo el delito de homicidio calificado en grado de tentativa, un cargo que podría derivar en penas de hasta 16 años de prisión si un juez los vincula a proceso. La narrativa oficial es clara: la agresión no fue un simple altercado, sino un ataque directo contra la integridad de un servidor público.
Del otro lado del tablero, familiares y activistas denuncian irregularidades en las detenciones, falta de información sobre el paradero de algunos jóvenes y presuntos abusos de autoridad durante los aseguramientos. Afirman que las capturas fueron caóticas, que no se les permite acceso inmediato a las carpetas y que varios detenidos habrían sido trasladados sin claridad a la fiscalía de Tlatelolco.
Mientras tanto, el secretario de Seguridad Ciudadana, Pablo Vázquez Camacho, visitó a los policías lesionados y prometió que habrá respaldo institucional total para su recuperación. La fiscal Bertha Alcalde reiteró que, además de tentativa de homicidio, hay investigaciones por robo, lesiones y ataques contra la autoridad.
La marcha, que inicialmente buscaba visibilizar demandas juveniles, terminó convertida en un espejo incómodo: uno que refleja frustración, violencia y un clima social que puede escalar en cualquier momento si no se atienden las causas de fondo.
Por ahora, los expedientes siguen abiertos, las familias exigen justicia y el país observa con lupa. Lo que ocurrió en la marcha “Generación Z” ya no es solo un episodio aislado: es un síntoma de un malestar profundo que empieza a sacudir los cimientos de la convivencia en la capital.
