Si bien la exaltación de conceptos como la independencia energética, la autosuficiencia alimentaria y la estabilidad del tipo de cambio presentan virtudes teóricas, sus impactos en el crecimiento económico y la estabilidad fiscal requieren un análisis profundo para garantizar su sostenibilidad a largo plazo. Analizar la interacción entre política y economía puede orientar acciones para mantener ambos aspectos alineados estratégicamente, fomentando un desarrollo nacional más equilibrado.
Durante los últimos seis años (2019-2024), el tipo de cambio mostró una relativa estabilidad, respaldada por tasas de interés reales positivas y un flujo constante de capital extranjero. Entre enero de 2019 (19.59 pesos por dólar) y el cierre de 2024 (20.90 pesos), se registró una depreciación mínima de 6.5 por ciento. Sin embargo, esta estabilidad tuvo costos significativos para las arcas públicas, requiriendo un uso promedio del 7 por ciento de las reservas internacionales en operaciones de intervención, según el Banco de México.
Las tasas reales desempeñaron un papel clave: entre 2018 y 2024, el diferencial de tasas reales a cinco años entre México y Estados Unidos fue de 5.3 puntos porcentuales, con una inflación promedio del 3.98 por ciento en México y 1.82 por ciento en EU, ofreciendo un rendimiento real promedio del 3.1 por ciento. Aunque este diferencial se redujo a 4.5 puntos entre 2021 y 2024, el peso mexicano siguió siendo de las divisas más demandadas. No obstante, las reformas judiciales recientes y las elecciones presidenciales en EU generaron incertidumbre, depreciando el peso un 19 por ciento hasta casi 21.00 pesos por dólar, cálculo que se hizo considerando el TDC más bajo del año (24 de marzo de 2024) contra el más alto del año (29 de diciembre de 2024), donde el dato intradía tocó los 21.00 pesos
Si bien, el incremento en la deuda externa facilitó el financiamiento de proyectos clave para el desarrollo nacional, el costo de mantener un diferencial atractivo para los tenedores de bonos, solo en los últimos 12 meses, fue equivalente a 1.8 veces el presupuesto anual del sector salud. Es crucial diseñar estrategias de endeudamiento y gasto que equilibren las necesidades de inversión con la sostenibilidad fiscal, especialmente en un entorno global incierto.
La interacción entre estas políticas económicas y las decisiones políticas subraya la importancia de un enfoque integral. Es necesario que las acciones del gobierno consideren tanto las necesidades inmediatas como el impacto a largo plazo, diseñando estrategias que fortalezcan las instituciones, promuevan la transparencia y fomenten la inversión extranjera. Además, es clave priorizar sectores que puedan diversificar la economía y mitigar riesgos provenientes de mercados volátiles.
Conclusión
El desarrollo económico sostenible requiere una interacción equilibrada entre política y economía. En este sentido, el IMEF recomienda implementar un marco institucional robusto, diversificar los sectores productivos, alinear las políticas económicas con los objetivos estratégicos del país e impulsar la inversión en capital humano. Estas acciones, respaldadas por un análisis técnico riguroso, permitirán enfrentar los retos económicos con mayor resiliencia y construir un futuro más próspero para el país.
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