“¿Quieren saber un secreto? A Donald Trump no le gusto mucho”​

La nota la he leído en The Guardian: “La campaña de Chrystia Freeland para gobernar Canadá comienza con una humilde fanfarronería: A Trump no le gusto”.

Sigo con lo comentado en ese diario: Freeland “inicia su campaña para el máximo cargo con un video de Donald Trump menospreciándola por ser una dura negociadora”. Este es el video en el que Trump le dice a Canadá que no le gusta mucho su representante:

Freeland encabezó por parte de Canadá las renegociaciones del tratado comercial de América del Norte durante el primer periodo presidencial de Trump.

Evidentemente Chrystia Freeland confía en que la sociedad canadiense la preferirá porque ella, a diferencia de su rival conservador Pierre Poilievre, no sea doblará ante Trump.

Hoy en Reforma el historiador Enrique Krauze dice que la democracia estadounidense resistirá y hasta se fortalecerá después del segundo gobierno de Trump porque “a veces la mejor escuela de la democracia es la dictadura”. ¿Donald Trump será un dictador? Aspira a serlo, habrá que impedirlo.

Según Krauze, la resistencia democrática en Estados Unidos la liderarán “la prensa, algunos medios y redes sociales”. Olvidó el colaborador de Reforma la principal trinchera de defensa de la democracia en el vecino del norte, sus extraordinarias universidades.

En el mundo habrá prensa libre, universidades de prestigio y liderazgos políticos que no se rendirán ante Trump.

Por cierto, estemos orgullosos: una presidenta que no se ha dejado avasallar es la de México. Claudia Sheinbaum, a pesar de fuertes presiones internas de una comentocracia que le exige plegarse ante el estadounidense, ha respondido con firmeza a cada una de sus amenazas.

Después de la nota de The Guardian sobre la canadiense que desprecia a Trump, aparece un texto dirigido al público de Estados Unidos, firmado por Betsy Reed, editora del periódico en ese país: “Por qué puedes confiar en que The Guardian no se doblegará ante Trump”.

En su mensaje, Reed pide a la gente estadounidense que lee The Guardian apoyar financieramente a este rotativo “ahora que comenzamos a cubrir la segunda administración de Trump”.

Ella cita al propio Donald Trump: “Durante el primer mandato, todo el mundo se oponía a mí. En este segundo mandato, todo el mundo quiere ser mi amigo”.

Tristemente, dice Betsy Reed, el señor Trump “no está del todo equivocado”. Y afirma la periodista: “A nuestro alrededor, los medios de comunicación han empezado a capitular. Primero, dos medios retiraron su apoyo en las elecciones a instancias de sus multimillonarios propietarios. Luego, destacados periodistas se arrodillaron en Mar-a-Lago. Y después, una importante cadena de noticias —ABC News— cedió en respuesta a los desafíos legales de Trump y aceptó un acuerdo de 16 millones de dólares a su favor”.

Por fortuna, The Guardian no tiene “ningún interés en ser amigo de Donald Trump ni de ningún político. Nuestra lealtad como periodistas independientes no es hacia quienes están en el poder, sino hacia el público”.

The Guardian, no hay duda, no solo resistirá sino que crecerá en Estados Unidos. Pero necesita dinero y se le complica conseguirlo. Ese periódico “no tiene un propietario multimillonario que busque sus propios intereses ni secuaces corporativos que busquen el beneficio de presionarnos para apaciguar a los ricos y poderosos. Nos financian las personas que nos leen y somos propiedad del Scott Trust, cuya única obligación financiera es preservar nuestra misión periodística a perpetuidad”.

En el mundo cada día hay menos medios de comunicación que pertenezcan a editores independientes. Lo vemos en México. Una mayoría son propiedad de grandes empresas que los utilizan normalmente con poca ética para fortalecer otros negocios, algo que de ninguna manera puede ser positivo.

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