Como sea​

En 18 días, los ciudadanos estadounidenses elegirán su nuevo presidente. De acuerdo con todas las encuestas (salvo Rasmussen y Fox News), la ventaja de Kamala Harris es clara; de acuerdo con los sitios de apuestas (PolyMarket y PredictIt), la probabilidad de triunfo de Trump es amplísima.

Como usted sabe, en Estados Unidos el presidente es elegido a través de los votos electorales, que corresponden al número de congresistas que cada estado tiene (senadores más representantes), de manera que el voto popular no necesariamente da el triunfo. En las seis elecciones de este siglo, los demócratas lo han ganado en cinco ocasiones, pero la Presidencia sólo en tres. En consecuencia, que las encuestas reporten que el voto popular sería para ese partido no implica que necesariamente Kamala Harris ganaría la Presidencia.

Sin embargo, cuando se entra al detalle por estado, encontramos que hay apenas un puñado que está en duda. Los demás tienen ventajas amplias de uno u otra, que difícilmente cambiarán. De ese puñado de estados, creo que hay tres que definirán al triunfador: Pensilvania, Michigan y Wisconsin. Otros, como Arizona, Georgia o Nevada, podrían ampliar la ventaja de Harris, pero no son necesarios para alcanzar la mayoría. Los tres primeros son indispensables.

De acuerdo con el acumulador de encuestas FiveThirtyEight, Harris tiene ventaja en los tres estados, pero minúscula, e inferior al margen de error. En ese sentido, se puede decir que la elección no está definida, pero nada de lo que he comentado explica el porqué en los sitios de apuestas hay una ventaja tan amplia de Trump.

La mejor explicación es la intervención de las “ballenas”, como les dicen a personas que de pronto compran muchos contratos en el sitio de apuestas, y con ello mueven el indicador. En mercados muy profundos, este tipo de personajes no tienen ningún éxito, pero en los casos mencionados hablamos de mercados muy delgados. He visto estimaciones de que en PolyMarket habrían invertido poco menos de 30 millones de dólares para darle una ventaja a Trump de 20 puntos. Esa cantidad de dinero es muy inferior a lo que cuesta el tiempo aire en los estados competidos, de manera que resulta un instrumento muy barato para intentar cambiar la percepción de los votantes.

Esta columna está convencida de que Trump es un peligro para el mundo entero, por su inestabilidad, narcicismo, falta de empatía, psicopatía, pero también porque parece ser un activo de Putin. Sin embargo, cerca de la mitad de los estadounidenses piensa votar por él. Muchos siguen creyendo que Trump es un gran empresario, que tendría un mejor desempeño en materia económica, y que impediría la llegada al poder de los “comunistas”. Nada de eso es cierto. La mayoría, sin embargo, opta por Trump porque creen que él comparte con ellos el desprecio por las élites.

Hay un gran rechazo, en todo Occidente, a tecnócratas, científicos, expertos y sabihondos que ofrecieron un mundo mejor, y no lo cumplieron. Promotores de la globalización, los mercados abiertos, avances tecnológicos, que sin duda permitieron crecimiento económico pero que no llegó igual a todos. Esas élites, instaladas en grandes ciudades de las costas, consumiendo café exótico, productos importados, redes sociales, son el enemigo del estadounidense tradicional, de poca educación e ingresos, que vive en el centro del país. Trump logró convencerlos de que los representa. Es la misma ola que nos ha dado populistas en muchas democracias, que rápidamente dejan de serlo.

El gran riesgo que corremos hoy es que esa divergencia entre apuestas y encuestas sea utilizada por Trump para gritar fraude en caso de perder. No sólo ha amenazado con hacerlo, ya promovió un ataque al Congreso de su país el 6 de enero de 2021. Si gana, sería un golpe devastador para las democracias de todo el mundo. Si pierde, podríamos entrar a un proceso aún peor.

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