El US-CEO Dialogue fue ideado por el entonces canciller José Antonio Meade al inicio del sexenio del presidente Peña como una junta de trabajo de alto nivel, y el actual secretario de Economía, Marcelo Ebrard, lo transformó en un evento de propaganda destinado al consumo interno para enaltecer a la presidenta Sheinbaum.
Le salió muy bien porque Ebrard siempre ha sido un mago de la propaganda, y con el montaje del martes en Palacio Nacional le dio elementos a los medios de comunicación deseosos de agradar al supremo poder, para vocear que la presidenta Sheinbaum aquietó las aguas, puso eufóricos a los inversionistas estadounidenses que ‘anunciaron’ inversiones por “más de 20 mil millones de dólares”.
Eso es mentira.
Propaganda para servir a la Presidenta, nada más.
La inquietud por la reforma judicial, según los titulares de casi todos los medios de información general, quedó disipada por la intervención de Claudia Sheinbaum en que prometió seguridad para las inversiones.
Magistral y ejemplar fue, en cambio, la cabeza principal de este diario: Dice Sheinbaum no tener interés en controlar el Poder Judicial.
Ahí está el punto: el Ejecutivo no intervendrá en las decisiones de los jueces “porque lo digo yo”.
No habrá autoritarismo “porque lo digo yo”.
La elección de magistrados y jueces va a fortalecer el Estado de derecho “porque lo digo yo”.
La justicia va a ser mejor “porque lo digo yo”.
Por convencida que esté la Presidenta de abstenerse de intervenir en las decisiones de los jueces, el tema no es de personas sino de instituciones.
Hace seis años el presidente López Obrador pidió licencia a Morena porque gobernaría para todos y no intervendría en los asuntos del partido del cual se desvinculó públicamente.
Ya vimos, con toda evidencia, que era mentira. O si lo llegó a creer de manera genuina, cambió de opinión muy rápido.
Lo mismo puede suceder con la presidenta Sheinbaum. O por quien la suceda en el cargo.
El daño de la reforma es institucional, y deja al humor o a la necesidad política de la Presidenta, narcotraficantes y gobernadores, la facultad de recordarle a tal o cual juez, magistrado o ministro, quién lo puso en el cargo.
Morena los va a poner.
La mayoría (espuria) de ese partido en el Congreso confeccionará las listas de candidatos. También habrá una lista propuesta por la presidenta Sheinbaum y otra elaborada por un Poder Judicial en proceso de liquidación.
Ganarán el puesto quienes hagan mejor campaña, donde no estará ausente el financiamiento de poderes fácticos para asegurar sentencias favorables.
El partido oficial los pondrá, y no los va a elegir para soltar el poder.
La Corte y los tribunales, electos por voto universal, serán una réplica del Congreso, a pesar de tener naturaleza distinta. En las cámaras legislativas no se busca la verdad sino imponer la voluntad. La conversación política la clausuró Morena.
Con un candado adicional contra jueces y magistrados, por si alguno tiene el atrevimiento de fallar contra el gobierno: se creó un Tribunal de Disciplina Judicial que va a castigar o remover al que se salga de la línea.
El Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial estarán en una sola mano, por ahora en la de Claudia Sheinbaum. Y eso es cualquier cosa menos democracia.
En la reunión del martes, la presidenta de la Cámara Americana de Comercio (US Chamber of Commerce), Suzanne Clark, lo dijo con gran claridad: “Nuestra relación no se basa sólo en la proximidad, se basa en valores compartidos: el valor de la democracia, la libre empresa y el Estado de derecho”.
Dos de esos valores se entierran junto con la reforma judicial, más las que anunció Ricardo Monreal para las próximas semanas: democracia y Estado de derecho.
Los jueces serán independientes “porque lo digo yo”, sostiene la Presidenta, y en los medios se replica ese compromiso sin siquiera insinuar la contradicción de que la autonomía judicial dependerá de la voluntad presidencial.
Y al aire sombreros y cohetones en la fiesta de propaganda que organizó Ebrard: CEOs anuncian inversiones por más de 20 mil millones de dólares luego de que Sheinbaum ofreció certidumbre.
Es mentira.
Sugiero leer las Coordenadas de ayer de Enrique Quintana (No nos hagamos ilusiones con la inversión) en estas páginas. Se trata de proyectos en curso desde antes de la reforma judicial, y los anuncios corresponden al año pasado.
Con una excepción, de Royal Caribbean en la laguna de Mahahual, en Quintana Roo, por mil 500 millones de dólares.
Ojalá llegue más, pero los ‘anuncios’ no fueron tales, sino que ya estaban. Propaganda para el consumo interno.
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