En México, las recientes elecciones marcaron un triunfo indiscutible para el partido en el poder, Morena, que logró una mayoría apabullante. Sin embargo, aunque a nivel federal se percibe unidad, al interior del partido comienzan a aparecer divisiones y luchas por cuotas de poder que se harán evidentes durante este sexenio. La presidenta, además de los retos inherentes al gobierno, deberá convertirse en una hábil mediadora, capaz de manejar estos contrapesos y alinear fuerzas hacia un proyecto unificado para los próximos años y elecciones.
Al otro lado del espectro, la oposición enfrenta una encrucijada: la urgente necesidad de reinventarse y volver a posicionarse como una opción viable para el electorado. Ante el panorama de un México políticamente dominado por Morena, el desafío para los partidos opositores es no solo formular una narrativa convincente, sino demostrar con hechos que pueden ser una verdadera alternativa.
La clave para lograrlo radica en lo local. Es en los municipios y las alcaldías donde los partidos de oposición pueden, a través de buenos gobiernos, acercarse a la ciudadanía y mostrar resultados concretos. Ejercer una administración eficiente, con atención a las necesidades de la gente y un enfoque en la transparencia y el bienestar, se convierte en la mejor estrategia para consolidarse como actores relevantes en el escenario político.
Un ejemplo emblemático es el caso de Adrián de la Garza, alcalde electo de Monterrey. De la Garza logró ganar en un contexto adverso, siendo triple oposición: el municipio, el estado y el país estaban bajo el control de otros partidos. Este triunfo muestra que, con un buen ejercicio de gobierno, se pueden romper barreras y superar condiciones aparentemente desfavorables. Otro caso significativo es el de Mauricio Tabe en la Ciudad de México, quien gobierna en una alcaldía abiertamente contraria a Morena. Tabe, al igual que Luis Mendoza en la Benito Juárez, enfrenta el reto de trascender a nivel estatal y convertirse en una opción para la jefatura de gobierno de la capital.
Ejemplos de éxito local que han trascendido a niveles estatales no son nuevos. Manolo Jiménez, actual gobernador de Coahuila, es un caso claro de cómo se puede escalar desde el municipio hasta el gobierno estatal. Jiménez construyó su reputación a partir de una sólida gestión en Saltillo, y ahora, al frente del estado, continúa ese camino. Asimismo, Tere Jiménez, gobernadora de Aguascalientes, ha sabido consolidar una carrera impecable, alejada de los escándalos, basándose en una administración eficiente y un enfoque persistente en su labor.
El rumbo electoral hacia 2027 y 2030 se perfila como uno de los más interesantes de los últimos años. Morena tendrá que manejar las tensiones internas mientras que la oposición buscará consolidarse. Pero, sin duda, la clave del éxito opositor estará en lo local. Solo con buenos gobiernos que generen confianza y resultados concretos, se podrá reconstruir la narrativa de una alternativa viable para el país.
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