El pasado 9 de octubre, el presidente en turno de la Unión Europea y jefe de estado en Hungría, Víctor Orban, presentó las prioridades de su presidencia en Estrasburgo; su discurso fue bastante mesurado señalando básicamente que la migración debe contenerse a través de un mecanismo que evalúe las solicitudes de asilo sosteniendo lo siguiente: “La inmigración ilegal en Europa ha alimentado el antisemitismo, el aumento de la violencia contra las mujeres y la homofobia”. Sobre el tema de la falta de crecimiento económico, Orban propuso un pacto de competitividad sobre el que señaló: “estoy convencido de que, a un nivel político más alto, se puede dar un nuevo impulso a la competitividad europea. Pongamos este pacto en el centro de la próxima legislatura”. También comentó que el pacto verde y la llamada transición ecológica no ofrecen una solución, sino sólo una ilusión. Luego enfatizó: “la descarbonización ha provocado una desaceleración de la productividad y la pérdida de muchos empleos, particularmente, en el sector automovilístico, donde se cometió el error de aplicar una política climática sin una política industrial europea”.
Por otro lado, abordó el tema de la adhesión de Serbia para lograr la estabilización de la región y postuló la imperativa necesidad de apoyar al sector agropecuario europeo con una política de cohesión, cerrando con la necesidad de impulsar y consolidar una industria de defensa.
En su rol de presidente, Orban abordó los temas críticos del continente y planteó soluciones lógicas y no ideológicas, lo que provocó que la ultra ideologizada y globalista presidenta de la Comisión Europea, lanzara una andanada bastante furiosa señalando, entre otras cosas, que no debiera culparse al atacado, sino al agresor, llegando al bastante torpe extremo de querer darle a Orban lecciones de historia sobre su propio país, afirmando que no podría culparse a la resistencia húngara de 1956 frente a la agresión soviética. El discurso de Von Der Leyen estuvo cargado de señalamientos sustentados en su visión personal y en los intereses que evidentemente, ella y otros diputados globalistas, representan en la cámara europea. No faltaron los izquierdistas que aprovecharon para acusar a Orban de un falso patriotismo, señalando que su visita a Moscú había sido para elogiar al imperialismo ruso y arroja luz sobre el desprecio de Orban por los derechos humanos, afirmación que fue sostenida por Iratxe García Pérez, líder de los socialistas y demócratas. Lo que queda claro, es que cualquiera que no responda abyectamente a la línea que controla el organismo europeo, así se trate de un jefe de estado, es atacado desde una perspectiva de imposición ideológica y pensamiento único, y no con argumentos que rebatan sus dichos.
A lo anterior, Víctor Orban defendió su postura señalando que los diputados en torno a Von Der Leyen, han creado un “cerco sanitario” para no escuchar el pensamiento disidente que no es otro que la tradición cristiana occidental. Orban señaló que había sido sujeto de una “intifada” contra su persona; “el debate ha ido más allá del sentido común y ha superado con creces los hechos. Sólo he escuchado acusaciones absurdas, la habitual y conocida propaganda. Con mucho gusto habría hablado de otros temas de manera sensata pero lamentablemente su propaganda no lo permitió”. Orban agregó: “Hungría no tiene problemas con el estado de derecho y la corrupción, así como con la justicia, dado que ha cumplido con los requisitos solicitados por la Comisión Europea”, señalando finalmente que en Hungría se defiende a la familia tradicional, constituida por un hombre y una mujer, pues así lo señala la constitución húngara que no cambiará.
Orban también cuestionó que los ostentadores del poder en la Unión Europea, sólo provienen de un 30% de los votos, en tanto que su régimen en su país está consolidado por el respaldo del 45% de los electores húngaros. En este contexto, el eurodiputado Hermann Tertsch, de VOX de España, ha señalado: “lamentable y fuera de lugar estuvo el discurso de Ursula Von Der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea que ya ha olvidado que ella está al servicio de los gobernantes de las naciones miembros de la Unión Europea y no es la reina de Europa pudiendo dedicarse a descalificar y agredir a sus gobernadores de provincias. Von Der Leyen ha conseguido quedarse con la presidencia de la comisión, llevando al partido popular a abrazarse de todos los perdedores de la elección y seguir con obcecación la ruta del fracaso de la pasada legislatura con su ingeniería social verde y socialista”.
Así mismo, el connotado eurodiputado español sostuvo que Von Der Leyen y la presidenta del parlamento, no habían estado a la altura, la una agrediendo a un primer ministro que proviene de una mayoría absoluta, y la otra, permitiendo agresiones contra éste, mismas que calificó de “absolutamente inaceptables”. Luego agregó: “la Unión Europea, bajo la señora Von Der Layen, es más pobre, es mucho menos libre y está cada vez más amenazada”, para luego reflexionar que el gobierno de Orban, que tiene una mayoría absoluta, llega al parlamento europeo a recomendar a algunos gobiernos como el español con alianzas con criminales, golpistas y separatistas para sostenerse a duras penas. Tertsch aprovecha para recalcar que hay un profundo temor de los globalistas frente al crecimiento y consolidación de la nueva derecha, lo que hace que ilegalmente, los globalistas boicoteen a las fuerzas emergentes.
La lógica de imponer un pensamiento único e intolerante grafica de modo lamentable cómo aquellos que se asumen poseedores de la verdad y dictaminadores de lo correcto, son incapaces de oponer argumentos y recurren a pueriles descalificaciones y tretas. Si Donald Trump gana la elección en Estados Unidos, este grupo de prepotentes funcionarios tendrá los días contados y el sentido común podrá volver al viejo continente.
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