Directora de monitoreo de políticas educativas en Mexicanos Primero.
Querida lectora o lector, el 5 de octubre se conmemoró el Día Mundial del Docente. Hemos elegido cuidadosamente utilizar la palabra “conmemora” en lugar de “celebrar”, porque detrás de esta fecha hay una lucha que no podemos considerar ganada. Establecido en 1994, este día conmemora la firma de la Recomendación de la OIT y la UNESCO sobre la situación docente, un documento que marcó un hito en la definición de los derechos y responsabilidades de quienes se dedican a la enseñanza. Su propósito fue y es crear conciencia sobre los desafíos que enfrentan las y los docentes, y resaltar la urgente necesidad de mejorar sus condiciones laborales y profesionales.
En este artículo pongo en el centro del escenario a quienes hacen posible que el sistema educativo siga avanzando: las y los docentes, que sí son DOCENTES (con mayúsculas). Aquellas y aquellos que no solo exigen sus derechos, sino que también cumplen —y muchas veces superan— sus responsabilidades. A quienes no siempre son visibles, pero que sostienen el sistema, aunque a veces se sientan lejos de él. Porque en nuestro México mágico, ser una buena o buen docente es todo menos sencillo.
Contrario a lo que muchas personas podríamos pensar, el trabajo docente no es tan estable como parece. Es cierto, una vez que se obtiene una plaza —que, dicho sea de paso, es toda una odisea digna de novela— es difícil que te despidan, pero ‘estabilidad’ va mucho más allá de eso.
Verás, querida lectora y lector, las y los docentes en México enfrentan cambios brutales en espacios de tiempo de locos. Imagina que eres docente en México, y cada vez que la clase política en turno (sea la de ayer, la de hoy, así ha sido) decide cambiar el modelo educativo, tú eres quien debe implementar lo que sea que ese ‘nuevo’ modelo signifique. La formación docente que recibes para tal fin rara vez está bien diseñada (desde la realidad, no la utopía) o implementada, llega a destiempo y de acompañamiento real mejor ni hablamos. Eres tú y tus compañeras y compañeros contra el mundo. Tu guía en cuanto a -en líneas generales-, cómo se espera que enseñes, qué temas cubrir y cómo evaluar a tus estudiantes cambia y se va tan lejos de tu escritorio que solo te llega lo ya decidido sin mucha más explicación; justo cuando parece que lo has logrado descifrar, alguien desde muy lejos grita: ¡cambio!… y vamos de nuevo. Estabilidad 1 – No estabilidad 1
Superas los cambios sexenales y sigues adelante. Pero ahora resulta que el sistema que regula tu carrera profesional tampoco es estable. Lo que hiciste ayer para avanzar, hoy puede no contar igual, y no estamos hablando de cambios de jefes, sino de la estructura misma que sostiene tu carrera. Si subes, bajas o te quedas en el mismo lugar, es una suerte de moneda que puede cambiar en cualquier momento. En los últimos 12 años, ha habido dos grandes reformas a la ley que regula la carrera docente (y una tercera en camino con la anunciada desaparición del USICAMM), como en cierto programa de televisión “las reglas cambian”. Estabilidad 1 – No estabilidad 2
Sigues adelante, ajustándote a las reglas administrativas como vengan, pero al menos piensas que tu escuela es tu lugar seguro. Lástima, pero no es así. El edificio en el que trabajas todos los días tal vez tiene techumbre nueva (si has tenido suerte), pero los baños no funcionan, a veces hay agua y a veces no, el mobiliario está en un estado verdaderamente deprimente, y de materiales didácticos o insumos de papelería mejor ni hablamos. Sabes que en algún rincón del sistema existe recurso para arreglar esto; es más, tal vez ya fue asignado a tu escuela, pero no así la decisión sobre cómo invertirlo. Participas de lejos, con un voto que se pierde entre quienes no viven el día a día en esas condiciones. Al final, si las decisiones mejoran, lo esencial en tu lugar de trabajo es cuestión de ‘suerte’. Podría ser que sí… o que no. Estabilidad 1 – No estabilidad 3
Y aquí me detengo, aunque el marcador podría seguir sumando. En nuestro México mágico siempre hemos visto a las y los docentes como símbolos de vocación, pero quizás, en lugar de hacer de eso algo positivo, hemos abusado de ello, y no precisamente para bien. Sus condiciones de trabajo importan, por lo laboral y por su dignidad humana. El 5 de octubre, es un día de lucha y en Mexicanos Primero alzamos la voz por la mejora sustantiva de las condiciones laborales y profesionales de las y los docentes. Hablemos de una verdadera revalorización docente porque las y los docentes importa. Aprender importa.
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