Si las elecciones presidenciales en Estados Unidos fueran esta semana, no sabríamos quién ganaría. Según las últimas encuestas Donald Trump y Kamala Harris están en ‘empate técnico’.
“La campaña para la elección presidencial está empatada a nivel nacional. Las encuestas son muy buenas, pero no son lo suficientemente precisas como para distinguir uno o dos puntos en todo un país”, explicaba ayer a la cadena BBC, Whit Ayres, republicano y presidente de la firma de encuestas North Star.
Hay una sutileza en esta ‘intención de voto’ en el caso de Estados Unidos porque el mandatario en ese país no se elige por voto popular sino por votación directa. No nos olvidemos que, en las elecciones de 2016, Hillary Clinton perdió la presidencia, pero tenía tres millones de votos más que Trump. Y nuevamente, contando puntos y votos por estado para el colegio electoral que terminará decidiendo quién ocupa la Casa Blanca en el siguiente período, los números están muy parejos.
Ya tenemos hasta un índice de The Economist que muestra lo grave que puede ponerse el panorama mexicano si Trump regresa a la presidencia de Estados Unidos, ¿estaríamos mejor con Kamala?
Es una gran duda y vale la pena ver dónde y cómo actuó en temas vinculados con México en el pasado y dónde ‘estamos’ para ella en su plataforma electoral.
En lo que respecta al comercio bilateral, vale la pena recordar que siendo legisladora por California, Kamala votó en contra del T-MEC. En sus entrevistas por esos años dijo textualmente “Nunca hubiera votado por NAFTA, porque estoy convencida de que podemos hacer un mejor esfuerzo para proteger a los trabajadores estadounidenses”.
En general, los demócratas han sido siempre un partido tradicionalmente proteccionista y los sindicatos son parte de su electorado de hueso colorado. Es una de las razones por las cuales, en 1993, Bill Clinton pidió sumar dos anexos al recién negociado TLCAN para sumar un capítulo precisamente laboral.
Si bien Joe Biden demostró ser un pro ‘libre comercio’ y en cierta forma lo hemos vivido con el boom del nearshoring, no significa que su vice le siga sus pasos.
Si ella gana el 3 de noviembre en las presidenciales de Estados Unidos, será con quienes el equipo del secretario Marcelo Ebrard deberá revisar en 2026 el T-MEC. Pero, aunque parece que faltara mucho tiempo, según la legislación americana, los equipos responsables de la revisión se deben conformar con el nuevo Congreso, mismo que asume en enero de 2025 y a partir de ese momento comenzarán los tire y afloje de cara a julio del 26, cuando es la cita ‘por contrato’ para revisar el tratado.
Llegamos con muchos pendientes sin cumplir a esa reunión (desde el sector energético, la desaparición de la autonomía los organismos para la competencia, el maíz transgénico, etc.), pero además ha declarado en reiteradas ocasiones que las medidas medioambientales negociadas por el gobierno de Trump en el T-MEC han sido insuficientes.
En el otro gran tema de agenda con Estados Unidos, como es la migración. En su primer año como vicepresidenta, ella tuvo la tarea de abordar las causas fundamentales de la migración masiva desde México y el Triángulo Norte de Guatemala, Honduras y El Salvador. Viajó a Guatemala y vino a México, y luego formó la Alianza para Centroamérica. Harris fue criticada por los progresistas del Partido Demócrata cuando les dijo a los migrantes, “no vengan” a Estados Unidos, especialmente si estarían infringiendo la ley.
Eso sí, entre lo impredecible que puede ser siempre Donald Trump, con Kamala Harris hay un punto a favor de lo institucional y formal, y eso sí es una buena noticia para México.
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