La presidenta Claudia Sheinbaum prometió, desde el inicio de su carrera presidencial, que daría continuidad al régimen de la 4T y a las mañaneras. De esta forma informaría al pueblo de México sobre el quehacer diario del gobierno.
Empecemos con lo bueno. En un ejercicio comparativo con las mañaneras de su antecesor, Sheinbaum ha optado –o parece haber optado– por dejar atrás la violencia verbal y las embestidas contra miembros de la oposición y periodistas críticos.
Al día de hoy no le hemos escuchado a la presidenta proferir insultos o descalificaciones contra Carlos Loret, Denisse Dresser, Héctor Aguilar Camín u otros. Quizás lleve poco tiempo en el cargo. Sin embargo, el estilo personal de la jefa del Estado, en claro contraste con el líder moral de la 4T, luce más cauto, responsable, educado y menos dispuesto a mancillar vulgarmente su investidura. Se celebra.
También se nota en la presidenta Sheinbaum una menor disposición –no lo ha hecho– a destruir la reputación de sus opositores. Si bien Pablo Gómez continúa al frente de la UIF, lo que ha sido mal recibido por una parte de la opinión pública, no ha sido invitado –aún – a presentar reportes sobre los ingresos de ciudadanos, lo que resultaría violatorio en todo caso de la ley y cualquier consideración moral. Se celebra también, por ahora.
Lo malo. En primer lugar, llamar a su conferencia “la mañanera del pueblo” conlleva una connotación manipuladora fiel al estilo 4T, echando a un lado a los millones de mexicanos que no simpatizan con las acciones e ideales del obradorismo.
En segundo lugar, resulta bochornoso que la presidenta de México preste su atención a polémicas intrascendentes tales como la respuesta a un impresentable diputado español que la descalificó, o peor aún, que haga resucitar debates estériles como la controversia en torno al perdón exigido al rey de España.
También resultan inaceptables las mentiras. En el contexto de la reforma al poder judicial, la presidenta Sheinbaum no omitió asegurar que ésta no podía ser objeto de revisión por parte de la Corte. No es verdadero, pues a juicio de los ministros, sí que puede ser revisada en su procedimiento legislativo.
En relación con la sección de las mentiras, sugiero la prudencia, pues en tanto que oficina de prensa, el gobierno está legitimado para refutar dichos o aseveraciones; siempre en un marco, empero, de respeto a la integridad de los periodistas y de la ley.
En suma, las conferencias matutinas de la presidenta Sheinbaum sí que lucen menos como un espacio de confrontación que como medio de información. Sin embargo, bien debe recordar la jefa del Estado que su posición le exige representar a todos los mexicanos, y no solo aquellos que caben en la definición “cuatroteísta” de pueblo de México
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