Dos pilotos en cabina. Razón de peso​

Cuando me topo con noticias de este tipo, siempre me pongo a pensar: ¿qué hubiera pasado si solo hubiese un piloto en cabina? Sabemos que la industria está empujando para que en poco tiempo, tengamos tan solo un piloto al mando de una aeronave, ayudado de la famosa “Inteligencia Artificial (IA)”.

Mi comentario de hoy viene a colación; se dio a conocer que un piloto de la línea aérea Turkish Airlines se desmayó en pleno vuelo. El avión había salido del Aeropuerto de Seattle y tenía como destino Estambul, la capital de Turquía. Tras perder el conocimiento, al piloto se le dieron primeros auxilios mientras el vuelo era desviado de emergencia al Aeropuerto “John F. Kennedy”, de la ciudad de Nueva York.

Según la información que ha trascendido en los medios de comunicación, este vuelo de Seattle a Estambul era operado por la línea aérea en un avión A350, y por ser un vuelo de largo alcance, la aerolínea mandó un piloto “de refuerzo”. Lo que permitió que tanto el copiloto como el piloto de refuerzo aterrizaran la aeronave de manera segura.

Sin embargo, a pesar de haber recibido los primeros auxilios, antes de aterrizar en el aeropuerto de Nueva York, el capitán Ilcehin Pehlivan, de 59 años de edad ya había perdido la vida, de acuerdo con la información que el portavoz de Turkish Airlines compartió en la red social X.

El capitán Pehlivan laboraba con dicha línea aérea desde 2007. En marzo de este año se había sometido a sus exámenes médicos regulares, y en ninguno se le encontró ningún problema de salud, esto es, fue evaluado como totalmente apto para volar.

Por su parte, la Asociación de Controladores Aéreos de Turquía (TATCA) a través de un comunicado expresó que el capitán había servido durante muchos años a la comunidad aérea, por lo que externaban sus condolencias a sus familiares y amigos.

Como podemos observar, el piloto estaba “sano” y “apto” para volar, pero falleció en pleno vuelo; y por eso insisto en hablar de la salud de los tripulantes. A lo largo de mi vida en la industria maravillosa que es la aviación, he perdido a muchos amigos en el camino; muchos de ellos incluso fallecieron -por distintas causas- antes de cumplir los 50 años de edad.

Las jornadas en la aviación, y someter sus cuerpos a cambios de altitud, de temperatura, de presión y alterar sus ciclos cicardianos de forma constante, terminan pasando factura.

Volar es muy bonito; no somos pocos los que no resistimos la tentación de tomar una fotografía del cielo y ponerle de título “la vista desde mi oficina”. Como tripulante se ven vistas maravillosas todos los días, por ejemplo amaneceres de ensueño a más de 10 mil pies de altura, y fenómenos naturales como los fuegos de San Telmo, que son de una belleza indescriptible.

Eso sin contar los diferentes paisajes que uno suele ver en un solo día, pues se puede estar en la mañana en una playa del Caribe, y terminar el día viendo El Cañón del Colorado durante el aterrizaje. Sin duda por eso muchos de mis compañeros afirman que volar suele ser “adictivo”.

En el caso del capitán de Turkish Airlines tenemos que destacar varias cosas. Primero, los sobrecargos fueron los encargados de proporcionarle los primeros auxilios al capitán, pero a pesar de ello, lamentablemente perdió la vida. Y lo segundo es la tripulación de refuerzo, lo que significa que al ser un vuelo de largo alcance iban más tripulantes “de lo normal”.

Es fácil pensar que un menor número de tripulantes puede representar ahorros económicos para las líneas aéreas, y sucede más de lo que se imaginan, que los vuelos se hagan con los mínimos requeridos.

Para más claridad diré que cuando se configura una aeronave para una línea aérea comercial, el número de asientos que se le coloquen, determina el número de sobrecargos que se requiere para operar de manera óptima.

En muchos casos, para ahorrar costos, las líneas aéreas utilizan el mínimo requerido que marca la ley. Juguemos con nuestra imaginación y pensemos que en la aerolínea “Pato Airlines”, en un avión modelo A350-900, lo que marca la ley son 14 sobrecargos, pero se puede operar con tripulación mínima, hasta con 10 sobrecargos, sin que se vea comprometida la seguridad del vuelo.

Sin embargo, las tripulaciones mínimas no existen en el caso de los pilotos. El avión se opera tan solo con dos personas, pero como vimos en el caso de Turkish Airlines, en ese vuelo iba un piloto más, a modo de “refuerzo”, por tratarse de un vuelo de largo alcance, esto es, un vuelo de más de nueve horas de duración.

Eso no es nuevo. Muchas veces las aerolíneas, sobre todo las que se dedican a hacer vuelos de largo alcance, llevan “tripulaciones reforzadas”, tanto de pilotos como sobrecargos. Cuando yo volaba en la antigua Mexicana y llegábamos al Aeropuerto de Los Ángeles en un A320, si a nuestro lado había equipos Boeing 747 de Qantas, Singapur Airlines o ANA, eso sólo podía significar una cosa: que debíamos correr para tratar de pasar migración y aduana antes que ellos.

Y es que ellos iban con tripulaciones reforzadas, eran más de 20 tripulantes por vuelo haciendo fila, y nosotros, con tripulación mínima de sobrecargos, a lo mucho éramos 6 tripulantes en total, porque nuestro vuelo no era de largo alcance como los de ellos.

Y es que aunque no suelen “publicarse” este tipo de noticias, los casos de fallecimiento de pilotos en pleno vuelo no son tan “extraños”. A nivel mundial se han tenido casos similares. Aquí debemos poner atención en lo siguiente: para el aterrizaje de emergencia, fueron necesarios dos pilotos al mando: el capitán que iba de refuerzo y el copiloto del vuelo.

Por eso sostengo que no es opción la idea de sustituir a un piloto con inteligencia artificial. Se requiere de la intervención del humano. Incluso, si nos salimos del mundo aeronáutico y nos vamos al médico, veremos que aún los “robots” que hacen cirugías, en realidad son máquinas manejadas por seres humanos; todavía no llegamos a puntos extremos de autonomía.

La campaña “One means none” (uno significa ninguno), de los pilotos europeos aglutinados en la Asociación Europea de Pilotos (ECA por sus siglas en inglés), es contundente y clara, y se oponen a que a partir de 2027 sea una realidad volar con un solo piloto. Eventos como el de Turkish Airlines sirven de ejemplo para afirmar que deben de ir dos tripulantes en cabina de pilotos.

Son las fabricantes de aviones y las líneas aéreas quienes están empujando la idea de tener solamente un piloto. Para los fabricantes de aviones sería una forma más atractiva de atraer a las aerolíneas, al prometerles que con un solo piloto pueden operar, lo que en automático se traduce en “reducción de costos”.

Y esto es muy atractivo para todas las líneas aéreas, pero debemos detenernos a pensar ¿por qué el vuelo de Turkish Airlines pudo aterrizar de manera segura? Pues porque a diferencia de la Inteligencia Artificial -que carece de empatía, intuición o juicio-, un ser humano sabe qué hacer, y utilizar su criterio en caso de una emergencia.

Ahora bien, como usuarios del transporte aéreo está en nuestras manos exigir que las aerolíneas operen con tripulaciones completas. A mí que me tocó trabajar muchas veces con tripulación mínima, y aunque sigue siendo seguro, la tripulación no tiene la misma capacidad de respuesta en caso de una emergencia.

En el caso que hoy nos ocupa, gracias a que iba un piloto de refuerzo, se pudo salvaguardar la integridad de los pasajeros. Insisto, no es un capricho, es una necesidad. Según la Agencia de la Unión Europea para la Seguridad Aérea (EASA) los “ahorros” que se puedan generar, son apenas de 2% en costo laboral; ¡nada!, en cambio dicho ahorro sí puede significar poner en riesgo la seguridad del vuelo.

Por eso desde este espacio apoyamos a que siempre haya mínimo dos pilotos en la cabina; y si son vuelos de largo alcance, que tengan tripulación reforzada. Nunca se sabe cuándo se tendrá un evento tan desafortunado, como el fallecimiento del capitán Pehlivan, a quien solo nos queda decirle: ¡vuele alto, Capitán!

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