La presidenta Sheinbaum fijó como meta de producción para Pemex, la media de un millón novecientos mil barriles de petróleo crudo equivalente diarios; para estabilizar la producción a ese nivel será preciso organizar la empresa de una mejor manera a fin de permitir a sus finanzas internas garantizar los costos de producción, entendiendo que en buena medida, esta se debe a un permanente abasto de proveedores e insumos especializados del sector privado con los que la empresa frecuentemente incurre en incumplimientos, lo que hace que la proveeduría se torne ineficiente afectando de diversas formas las capacidades operativas y extractivas de la petrolera nacional.
La llegada de Rafael Espino de la Peña, connotado empresario y político chihuahuense que ya ostentó una silla en el consejo de administración de Pemex a la presidencia de la Asociación Mexicana de Empresas de Servicios Petroleros, representa sin duda para esa asociación y para todo el sector, un cambio estratégico que permitirá no sólo una eficiente interlocución, sino una amplia comprensión de la multiplicidad de fenómenos tanto políticos, como económicos y financieros, que permitirán eficientizar la relación entre la proveeduría y el usuario estatal.
La AMESPAC aglutina a empresas tecnológicas de la más amplia importancia (claves en la exploración y extracción), que generan alrededor del 40% de los empleos directos de la industria.
La producción en Pemex alcanzó su nivel más bajo de los últimos 45 años en abril de este año, cuando sólo produjo 1 millón, 470 mil barriles de petróleo crudo equivalente; lo anterior, en paralelo a la explosión acaecida en la plataforma marina de la sonda de Campeche Akal-B. A esto hay que agregar que la deuda de la empresa productiva del Estado ha superado los 100 mil millones de dólares y, durante el sexenio anterior, del gasto público federal se otorgaron 1 billón de pesos, mismos que fueron usados para servir a los diversos pasivos.
El ex presidente López Obrador, al inicio de su sexenio, estableció la ambiciosa meta de alcanzar los 2.5 millones de barriles diarios, reajustándola para 2021 a 2 millones. Por supuesto, estas ambiciosas cifras no fueron alcanzadas.
El nuevo director general de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, un prominente miembro del sector académico nacional, llegó con la consigna de transformar a Pemex en una empresa más ecológica. Este profesor, investigador de la facultad de ingeniería de la UNAM, ha afirmado que Pemex no se va a limitar a producir condensados de petróleo y gas: “tendremos que hacer un gran esfuerzo para desarrollar fuentes renovables de energía de todo tipo, y Pemex tendrá un papel fundamental”. Otra de las premisas para su gestión, es abastecer la red de refinerías en las que el gobierno federal ha invertido miles de millones de pesos.
Las calificadoras como Fitch Ratings, han evaluado a la empresa como una del tipo BBB, agregando además que los pasivos de Pemex son “una bomba de tiempo”. En este sentido, la calificadora profundizó: “la calificación se ve limitada por los débiles indicadores de gobernanza, un historial débil de crecimiento a largo plazo, los riesgos fiscales relacionados con los pasivos contingentes de Pemex, y la creciente rigidez presupuestaria”. Ante estas voces críticas, la presidenta Sheinbaum ha pedido un voto de confianza a las calificadoras: “Vamos a ser muy responsables, también con la inversión privada, que haya certezas de cómo y dónde puede participar en el sector energético”. Con esta hoja de ruta, la complejidad de navegar en el sector requiere expertise y capacidades desarrolladas de amplia visión que respondan a experiencia y posibilidad adaptativa; por ello, la llegada de Rafael Espino de la Peña a una posición clave del sector, puede tomarse como una señal de la seriedad institucional que la nueva administración ha proclamado.
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