Señales​

En tiempos crípticos, o de difícil interpretación, a los seres humanos nos da por interpretar señales. No somos los únicos. Los tiempos de la cuarta transformación en segundo piso son difíciles de leer como un muro egipcio. Como la microeconomía de Kreps. Hay que estar interpretando nombramientos, discursos, ademanes, saludos, tiempo dedicado a un tema. Trataré en esta columna de plasmar en bit y byte las señales que estoy captando. Espero que sean útiles. Ojalá pudiéramos revisar más datos duros y estadística. Desafortunadamente, creo que de ellos no depende tanto el futuro en este momento, como de esta especie de “kremlinología”. Como buenos socialistas, los cuatroteístas han sido afectos a tomar decisiones de política pública en donde no se respeta ese principio, atribuido al ingeniero y sociólogo, Vilfrido Pareto, de eficiencia pública: no dejar a nadie peor de lo que estaba con una decisión, aunque se deje gente mejor a otros de lo que estaban antes.

Son señales buenas las de la Presidenta avisando en redes sociales y otros medios sobre la evolución de los huracanes, ahora que es temporada. Creo que los anuncios de huracanes son un buen cambio de la Presidenta comparada con su predecesor. También son signos de buen augurio los anteriores, los de la toma de posesión: el saludo a la ministra Piña en San Lázaro; la mención a las energías limpias. Ahí hay una señal de decencia política, y en el saludo a la ministra, hay una señal de sensatez económica. Ojalá ambas señales continúen, se amplifiquen, y se tornen en realidad. Poco ha hecho más daño a la República, a cualquier nación, que el odio y el encono. En el caso mexicano, como ha leído usted en esta columna y en otras, la política energética está poniéndole el pie a la posibilidad de desarrollo en los sectores manufacturero y de servicios, a los cuales la economía mexicana les debe mucho más que a los extractivos. Entonces, hurras y yajús para la doctora presidenta en estos temas.

Otros signos en el horizonte, mucho más oscuros y ominosos, son los de la violencia y el crimen organizado. La violenta disputa en el Noroeste de México, especialmente en Sinaloa, alrededor de la sucesión de liderazgo de la mafia local que toma y mancha el nombre de esa entidad. El asesinato y decapitación del recién nombrado alcalde de Chilpancingo, cuyo rigor mortis separado del cuerpo tuvo a bien mostrarme la red social X. (Me lo merezco. ¿Para qué ando de ocioso y chismoso en esos bajos fondos digitales?). El código morse, entrecortado, interrumpido y a cuentagotas, que recibimos sobre la reforma judicial. Sí, nuestro sector de seguridad y justicia necesitaba una reforma, pero el lugar lógico en donde empezar no era con los jueces ¿Por qué no mejor hacemos elecciones para el fiscal general? ¿Por qué no tenemos un fiscal general que, dado el caso, pueda perseguir a un presidente de la República, en ejercicio del cargo ambos? ¿Por qué el cuatroteísmo habla de corrupción y no toma políticas concretas para el combate a este flagelo? Hoy también, el supersecretario García Harfuch, dijo en redes sociales que se continuará con la política de atender a las causas que son raíces de la delincuencia, la pobreza y la desigualdad ¿No podríamos revisar esa hipótesis, secretario? Digo, yo sé que la postuló el apostol macuspano, pero ¿cuál es la evidencia empírica? ¿Usted cree que los que asesinaron al alcalde de Chilpancingo y los que se disputan el poder de un cartel en Sinaloa son pobres? Desde que Seguridad Pública se convirtió en Desarrollo Social, nos cargó el mítico Pifas, a todos y sin cuartel ¿Vamos a tener que vivir con miedo toda la vida?

En el frente económico, no es una señal buena la salida del subsecretario, Gabriel Yorio, de SHCP. Aunque el doctor Yorio y la doctora presidenta aclararon que él estará tomando una posición en la banca de desarrollo internacional, no es una buena señal para los mercados financieros que uno de los pocos interlocutores que tenían en el Leviatán de mil cabezas cuatroteísta, se les fuera de un día para otro.

Una señal ideal de la Presidenta sería una estrategia clara para detener la violencia, que le suba los costos a los criminales, quienes evidentemente no son gente pobre. En el ámbito económico, “la” señal sería un planteamiento para el respeto a las instituciones y contrapesos. Una señal hermosa sería un plan para contener el déficit público. Mándenos señales, presidenta. Las necesitamos.

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