Trump vs Kamala. La recta final​

Después del debate vicepresidencial entre J.D. Vance y Tim Walz, empezó a percibirse aún en los medios pro demócratas, una tendencia a aceptar la posibilidad del triunfo de Donald Trump disfrazado del reconocimiento de un empate técnico entre ambos candidatos.

La campaña de Trump se ha caracterizado por eventos masivos donde el candidato hace propuestas sumamente concretas y señala las complejas situaciones que el mal manejo de la economía de la administración Biden Harris ha acarreado.

Los indicadores macroeconómicos parecen mantenerse medianamente estables pero la economía de bolsillo del trabajador norteamericano promedio reciente de manera atípica los índices de inflación de entre el 5 y el 7% en todos los productos de primera necesidad; lo anterior, aunado a un muy ineficaz manejo de la campaña demócrata que ha reducido de manera palpable la presencia mediática de la candidata Harris, es evidente que se pretende por parte del establishment, generar una sensación de triunfo para los demócratas que no se sostiene en ningún hecho demostrable. La estabilidad mundial, incluido el riesgo de una tercera guerra mundial con tres frentes abiertos: Ucrania vs Rusia, China vs Taiwán e Israel vs Irán, grafican claramente un cuestionable manejo de la política internacional. Al mismo tiempo, la pretensión de imponer una agenda en todo el occidente, en la que los temas de la migración, la imposición de la diversidad y otros por el estilo, que no son fácilmente aceptados por las clases medias, ha generado una contracorriente de pensamiento que además se alimenta de hechos complejos y obscuros como el lamentable caso del rapero Diddy Combs, que ha sido detenido por practicar extraños rituales en fiestas donde la élite liberal y demócrata convivió por 20 años, y que hoy se suma a otras tantas denuncias de extrañas prácticas de estos super poderosos.

La batalla electoral, por la naturaleza de la elección norteamericana, que otorga todos los votos al ganador por estado, se circunscribe a 7 entidades donde hay un empate técnico con ventajas marginales para uno y otro, inferiores a 2 puntos porcentuales. Los estados en debate son: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin. La batalla se cierra aún más en el estado de Pensilvania que tiene una importante industria de extracción petrolera vía fracking, práctica que implica la inyección de agua a alta presión para extraer el hidrocarburo de las lutitas asentadas y que es considerado como una práctica opuesta al adecuado cuidado del ambiente. El caso es que, Pensilvania genera 300 mil empleos directos relacionados con esta industria, y el caso es también, que históricamente, Kamala Harris ha señalado que se opone abiertamente a esta práctica extractiva; desde luego, de unas semanas para acá, ha matizado y hasta cambiado lo radical de su posición pues asume que la decisión de la gente de Pensilvania será determinante para elegir nuevo presidente.

Una reciente encuesta de RMG research, patrocinada por el Napolitan Institute, asigna a Trump una intención de voto del 50%, mientras que a Kamala le asigna una intención del voto de 46%. Otras, como una realizada por el Insider Advantage, le dan a Trump una ventaja de un punto en el estado de Arizona. Esto implicaría que Trump ganaría en esa entidad fronteriza con cierto margen de ventaja. Lo mismo ocurre en Georgia, donde distintas encuestas otorgan a Trump una ventaja marginal. En Carolina del Norte el promedio de las encuestas le da una ventaja a Kamala de 2 puntos. En Nevada le dan una ventaja a la demócrata de casi 3 puntos. En Wisconsin, la ventaja de 2 puntos es para Trump, como lo es también en Michigan y en Pensilvania. Esto haría que Trump aventajara a Kamala en 5 de los 7 estados.

Así pues, si con el debate presidencial y el enorme impulso mediático los demócratas parecían tener la ventaja, después del debate vicepresidencial, el incremento de la tensión mundial en Medio Oriente y los escándalos de Hollywood, los republicanos la tienen ahora. El gobierno de México debe empezar a consolidar sus lazos de comunicación con el equipo de Trump y abandonar el lenguaje que parece acercar a Claudia Sheinbaum a la imagen de la otra mujer presidenta, pues lo cierto, es que el final de esta carrera en los Estados Unidos pinta para ser “de fotografía” y México ha sido una constante discursiva, más bien para mal, en ambas campañas.

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