AMLO celebra aprobación de reforma a la Guardia Nacional en Diputados: “Estoy muy contento y tranquilo”

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha expresado abiertamente su satisfacción tras la reciente aprobación de la reforma a la Guardia Nacional, que ahora quedará bajo el control de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Esta reforma fue discutida intensamente en la Cámara de Diputados y, para AMLO, representa la culminación de un esfuerzo de cinco años para consolidar la Guardia Nacional como una institución clave para la seguridad pública en México.

Durante su conferencia mañanera el pasado 20 de septiembre, López Obrador declaró: «Yo estoy muy contento y además tranquilo». Explicó que la reforma asegura la permanencia de la Guardia Nacional como una entidad de seguridad robusta y confiable, evitando que, en el futuro, surja un escenario de corrupción o colapso similar al que sucedió con la extinta Policía Federal bajo la administración de Genaro García Luna. López Obrador criticó duramente a García Luna, quien actualmente enfrenta cargos en los Estados Unidos por sus vínculos con el crimen organizado, y lo presentó como un símbolo del fracaso y corrupción en la antigua estructura de seguridad mexicana.

Este nuevo marco legal, que transfiere el mando de la Guardia Nacional a la Sedena, ha sido una de las reformas más polémicas del gobierno de López Obrador. Para algunos sectores de la sociedad, esta medida representa una militarización del país. En respuesta a estas críticas, el presidente se ha defendido, argumentando que esta integración garantiza la profesionalización y disciplina de la Guardia Nacional, características que no se lograron bajo administraciones anteriores. Según él, esta reforma impedirá que el país vuelva a caer en un esquema de corrupción y complicidad con el narcotráfico, tal como sucedió durante los años en que García Luna manejaba la seguridad nacional​.

La polémica por la militarización

Desde el inicio de la creación de la Guardia Nacional, las críticas sobre su posible militarización han sido un tema recurrente. Grupos de la oposición y organizaciones civiles han advertido de los riesgos que implica que las fuerzas de seguridad civiles estén bajo el control directo de los militares. A pesar de estas preocupaciones, la administración de López Obrador ha argumentado que esta es la mejor opción para mantener la seguridad y reducir la violencia en el país, que ha alcanzado niveles históricos durante los últimos años. AMLO ha insistido en que, bajo este nuevo esquema, la Guardia Nacional no se convertirá en una fuerza represiva, sino en una herramienta para garantizar la paz y el orden.

Sin embargo, sectores de la oposición, tanto en el Congreso como en la sociedad civil, han señalado que este movimiento representa una consolidación del poder militar en el país, lo que puede debilitar las instituciones civiles y crear un desequilibrio en el control democrático. Claudia Sheinbaum, presidenta electa y aliada política de AMLO, será la comandanta suprema de las Fuerzas Armadas cuando asuma el cargo en 2024. Por su parte, Omar García Harfuch, el actual secretario de Seguridad, se espera que desempeñe un papel crucial en la transición de la Guardia Nacional hacia una estructura más militarizada.

La respuesta del gobierno y las críticas a García Luna

López Obrador ha utilizado esta reforma como una oportunidad para reiterar sus críticas al gobierno de Felipe Calderón y, en particular, a Genaro García Luna, quien fue el secretario de Seguridad durante esa administración. García Luna, actualmente en prisión en Estados Unidos, ha sido acusado de colaborar con el cártel de Sinaloa, lo que ha alimentado las narrativas del actual gobierno sobre los errores y fracasos de administraciones pasadas en la lucha contra el narcotráfico.

En su discurso, López Obrador aseguró que la reforma a la Guardia Nacional evitará que se repitan los errores del pasado. «Si no lo hacemos, nos va a salir otro García Luna», advirtió el mandatario, enfatizando la importancia de la reforma para garantizar que la Guardia Nacional siga siendo una institución confiable y que no se corrompa como la Policía Federal. Esta referencia a García Luna es significativa porque encapsula gran parte del argumento del gobierno: que las estructuras de seguridad civil anteriores fallaron debido a la corrupción y la infiltración del crimen organizado.

Además, López Obrador destacó que, a diferencia de la Policía Federal, la Guardia Nacional ha ganado rápidamente el respaldo de la mayoría del pueblo mexicano. Esto se debe, en parte, a los resultados visibles en varias regiones del país donde la presencia de la Guardia Nacional ha contribuido a la reducción de la violencia, aunque los críticos señalan que aún queda mucho trabajo por hacer.

Lo que viene para la Guardia Nacional y la seguridad en México

Con la reforma aprobada, la Guardia Nacional operará bajo el mando de la Sedena, una medida que asegura su control y dirección militar a largo plazo. Esto plantea nuevas preguntas sobre el futuro de la seguridad en México. Aunque el presidente ha prometido que no habrá una «militarización» de las funciones civiles, los críticos no están convencidos.

López Obrador concluyó sus comentarios confiando en que tendrá el tiempo suficiente para firmar la reforma antes de concluir su mandato, asegurando así que la Guardia Nacional continúe como una institución clave en el marco de la seguridad pública en el país. Sin embargo, esta reforma también abrirá debates importantes sobre la separación de poderes, la transparencia en la seguridad, y el papel que jugará la Guardia Nacional en el futuro cercano.

Con la presidencia de Claudia Sheinbaum en el horizonte, y una posible continuidad de las políticas de AMLO en temas de seguridad, la implementación de esta reforma será uno de los mayores retos a enfrentar para el próximo gobierno. La Guardia Nacional, con más de 120 mil elementos desplegados por todo el país, se encuentra en el centro del debate sobre cómo abordar la creciente violencia y el crimen organizado que afectan a México. Lo que suceda en los próximos años será crucial para definir si esta reforma logra consolidar la estabilidad y la paz que el gobierno actual promete, o si generará nuevas tensiones y desafíos​.


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