En 2004 el Congreso de México decidió crear una institución que le hiciera un contrapeso al Poder Ejecutivo (al presidente de la República) para que la ciudadanía pudiera conocer con claridad y transparencia cuál es la situación de la pobreza en el país, en los estados y en los municipios; también para conocer con certeza cómo les va a los programas sociales, qué fallas y avances tienen, y cómo se pueden mejorar. La LIX Legislatura (2003-2006) decidió crear el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) a través de la Ley General de Desarrollo Social, que fue aprobada unánimemente por todos los partidos políticos.
Por varias décadas, a partir de la creación del PRI, el presidente tenía incidencia y poder sobre el Congreso y buena parte de las gubernaturas, y por tanto no había exigencia para la transparencia y la rendición de cuentas. Las cosas cambiaron después de varias décadas de lucha democrática y finalmente en 1997 la mayoría de los partidos en el Congreso ya no fue del mismo partido que el presidente y el Congreso fue más exigente con el Ejecutivo. El Inai, la Cofece, la CRE, el Coneval se crean para que la democracia mexicana acotara el poder presidencial y la ciudadanía tuviera mayor incidencia en las decisiones del país, a partir de un poder que no se concentrara en una sola persona.
En el caso de la pobreza, en vez de que el Ejecutivo mintiera o cambiara las cifras, como sucedió en ocasiones con variables económicas clave cuando el PRI era partido hegemónico, sería ahora el Coneval el que le dijera al país si la pobreza aumentaba, bajaba y en qué magnitud. Por primera vez en la historia del país cualquier persona podía tener acceso a los datos y a la fórmula de medición de pobreza para poder replicar las cifras del Coneval para estar seguros que no hay truco en la medición.
Fue así que el Coneval ha dicho con claridad cuando la pobreza ha subido (2008-2010, 2012-2014, 2018-2020), aunque se enojara el presidente o el secretario o el gobernador de cualquier entidad.
El Coneval evalúa cuando los programas sociales tienen fallas y también cuando tienen aciertos; todo con el afán de mejorar la política social. En vez de darle por su lado al presidente, el Coneval le da por su lado a la ciudadanía, que en una democracia quiere saber con certeza cómo vamos.
La LIX Legislatura tuvo el tino de crear un Coneval que no dependía del director (llamado secretario ejecutivo), sino de la Junta de Gobierno conformada por Sedesol, Hacienda y por seis académicos independientes expertos en política social. Esos seis académicos han sido el pilar más importante de la credibilidad del Coneval, pues son mayoría en el Junta de Gobierno. Cuando a algún funcionario federal o estatal se le ocurría pensar que habría que modificar la medición de la pobreza para que el gobierno saliera mejor en la foto, el Coneval, a través de su Junta de Gobierno, lo impedía. Cuando el INEGI, en 2015, tuvo la brillante idea de modificar los parámetros con los que se estimaba el ingreso de los hogares, con lo cual la pobreza hubiera bajado artificialmente, el Coneval se enfrentó al INEGI (y a la Sedesol, y a la Presidencia, y a los gobernadores, y a uno que otro medio de comunicación) y no publicó la cifra de pobreza de 2015, pues hubiera sido una mentira para la ciudadanía.
Eso es lo que hace el Coneval. Pero ahora López Obrador, Claudia Sheinbaum y las y los congresistas de Morena, el Partido Verde y el PT han decidido desaparecerlo. Su presupuesto es mínimo y con eso no van a ganar nada; en el fondo es un tema de poder. Regresaremos así al país del partido hegemónico, en el que el Ejecutivo le podrá mentir a la ciudadanía sobre cómo va la pobreza y la política social.
-¿Qué horas son?
-Las que usted diga, señor, señora, presidenta.
Me intriga que personas como Pablo Gómez, Clara Brugada, Tatiana Clouthier, Ricardo Monreal, César Cravioto, María Lucía Micher, Manuel Velasco, Horacio Duarte, Alfonso Ramírez Cuéllar, Dolores Padierna, Lázaro Cárdenas Batel, que fueron parte de la LIX Legislatura, entre otros, y que votaron por la creación del Coneval, hoy estén de acuerdo con López Obrador o, al menos, que no digan nada sobre la muy posible desaparición del Coneval. Me intriga que Mario Delgado, Raúl Bolaños Cacho, Alejandro Murat, Rosa Icela Rodríguez, Ariadna Montiel, Alicia Bárcena, Julio Berdegué, que en el pasado me consta que han manifestado la importancia del Coneval, no lo defiendan ahora.
Me intriga el país del partido y del presidente hegemónico que impide disentir, aunque sea poquito, a personas con criterio.
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