A más de dos años de haber sido inaugurada y luego de más de 18 mil millones de dólares gastados en su construcción, la refinería de Dos Bocas entró parcialmente en operación en una estrategia global que es fallida, en virtud de que mientras en el mundo se avanza hacia las energías limpias y por un mundo sustentable, el gobierno mexicano le apostó a seguir en la ruta de consumir combustibles fósiles, que además de que contaminan, son más caros en su impacto al consumidor final.
Dicen que, en las próximas semanas, la refinería de AMLO estaría procesando 360 mil barriles diarios de combustibles y con ello se evitará la correspondiente importación; sin embargo, ello está por verse, en virtud de que el discurso oficialista no se caracteriza por ser veraz.
Dos Bocas, en primera instancia, resultó una fábrica de nuevos ricos, empezando por la responsable general de este proyecto, Rocío Nahle, quien, a decir de las investigaciones hechas por varios empresarios, entre ellos, Arturo Castagné Couturier, y reportadas en los medios de comunicación, su patrimonio inmobiliario creció exponencialmente en la medida que avanzaba la obra.
Se habla de la soberanía energética alcanzada durante la gestión de AMLO, pero además de resultar una mentira más, “encueró” la fragilidad de todo el sistema de refinación de gasolinas que tiene el país, que ha perdido capacidad de refinación, además de que los procesos, en algunos casos, son más costosos que el propio precio de venta.
Las seis refinerías que se tienen son Minatitlán, Cadereyta, Madero, Salamanca, Salina Cruz y Tula, y ahora con Dos Bocas y Deer Park, y que, en conjunto, cerrarán el 2024 con un volumen de proceso de crudo de 1.724 millones de barriles diarios, no se habilitaron para alcanzar toda su capacidad y por ende se quedaron solo en cifras alegres vertidas por el ingeniero agrónomo Octavio Oropeza, director general de Pemex, ya que al mes de abril, por ejemplo, las seis refinerías que están en territorio nacional procesaron 950.6 mil barriles diarios de petróleo crudo.
De esta manera, las refinerías del país trabajaron al 58 por ciento de su capacidad. La menor refinación se debió, en gran medida, a la menor producción de la refinería de Tula, Hidalgo, que solo logró procesar 164.5 mil barriles diarios, lo que representó una caída mensual de 33.3 por ciento.
También Salina Cruz, Cadereyta y Minatitlán redujeron su productividad respecto al mes anterior, al disminuir sus procesos de refinación en 9.9, 6.0 y 4.2 por ciento, respectivamente.
Como se aprecia, en tanto el discurso oficial habla de que la refinación nacional va al alza, los propios reportes de Pemex señalan lo contrario.
Lo cierto es que el gobierno no aumentó la refinación en el sistema nacional, sino que la contrajo y en este contexto compró Deer Park, donde despachan como directivos personajes afines al círculo cercano del poder, sino que hizo una apuesta muy arriesgada por la Dos Bocas, en la cual el retorno de inversión es muy cuestionable por su poca rentabilidad que dará, tanto en el aspecto social como en el económico.
Es decir, la política energética de la actual administración fue también un fracaso, al no alcanzar la supuesta soberanía energética que tanto prometieron al no importar gasolinas del extranjero.
Después de seis años, vimos que no solo no se cumplieron los acuerdos del Protocolo de Kioto sobre el cambio climático, en el sentido de reducir los gases efecto invernadero, sino que se colocó a México en la lista de los países más contaminantes de la región.
Hasta la fecha, de acuerdo a cálculos conservadores, la refinería de Dos Bocas u Olmeca costó 18 mil millones de dólares, que bien se pudieron haber destinado en la construcción de plantas eólicas o solares, amén de clausurar las refinerías existentes para abatir los daños en la salud de los pobladores aledaños, al tiempo de bajar las tarifas eléctricas y de las gasolinas.
Se anuncia pomposamente que ya somos dueños de otra refinería y que ésta ya trabaja, por lo tanto; esperemos que a partir de mañana bajen los precios de la gasolina Magna, que ahora, en promedio tiene un precio de venta de 24 pesos por litro y que, como prometió AMLO en su campaña, bajará a los 10 pesos.
Si los panegíricos del régimen celebran que se consolidó la soberanía nacional con Dos Bocas, es el momento adecuado para que este júbilo se traslade al costo de las gasolinas y el diésel, para realmente valorar el esfuerzo de AMLO. ¡Por una gasolina de 10 pesos por litro!
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