Agarrando la pata​

Pues volvieron a inaugurar Dos Bocas. Hay quien dice que van más de diez inauguraciones, aunque la planta no parece que esté funcionando. Dijeron que está a media capacidad, es decir, 170 mil barriles diarios de procesamiento de crudo, pero nomás dijeron, porque no tenemos evidencia de ello. Lo que sí hay son imágenes de las pipas y de un barco proveniente de Galveston, que llegaron en los últimos días a Paraíso. Igual que en otras ocasiones, es muy probable que muestren una botella de gasolina, o unas cubetas, y digan que ahí se produjeron.

Sin embargo, no parece que hayan terminado ni los ductos de llegada ni los de salida, ni la planta eléctrica necesaria para la operación de la refinería. Dicho de otro modo, no tenemos ninguna evidencia de que Dos Bocas funcione.

Tampoco sabemos cuánto costó. Sabemos que no fueron los 8 mil millones de dólares prometidos, y que no se terminó en tres años, pero todavía no tenemos ni una estimación del costo, ni la fecha en que de verdad estará funcionando la planta. Hay dichos de que el costo alcanzó 16 mil millones de dólares, o 20 mil, o 25 mil; pero saber, no sabemos.

Como prácticamente todo en este sexenio, no tenemos información confiable de parte del gobierno mexicano. Eso es algo que no ocurría desde hace un cuarto de siglo. Durante los 25 años del fementido neoliberalismo, sabíamos qué hacía el gobierno, y lo podíamos criticar en todos los medios. Ahora no sabemos nada, y los medios no se atreven a criticar. Por el contrario, son felices reproduciendo declaraciones del mentiroso que habita Palacio. El deterioro de los medios de comunicación es el elemento más importante para entender la situación que hoy vivimos.

López Obrador ha utilizado su conferencia matutina para controlar la agenda pública, pero en cada día ha emitido cerca de cien mentiras, y no hemos visto que los medios sean capaces de mostrarlas. Lo hacemos algunos, en páginas editoriales (poco leídas) o en redes sociales, pero las ocho columnas simplemente reproducen al mentiroso. Si la mitad de los mexicanos vive engañada, el culpable es López Obrador, pero los responsables son los medios.

Distinguidas periodistas han demostrado fehacientemente las mentiras. Reyna Ramírez lo ha hecho en las mismas mañaneras, en el tema de seguridad; Nayeli Roldán, en el tema de salud, o más ampliamente, documentando cómo La austeridad mata. Otros lo hemos hecho con evidencia estadística, pero estamos en páginas interiores. Competimos, además, con colegas que han preferido defender a su tribu antes que a la verdad. De forma difícil de explicar, encuentran alguna arista rescatable en un gobierno que durante seis años no logró avance alguno en economía, deterioró las finanzas públicas, puso bajo presión el mercado laboral y claramente derrumbó el bienestar de los mexicanos.

Porque no puede definirse de otra manera lo ocurrido con el sistema de salud, que ya no puede atender a la mitad de los mexicanos, y a dos terceras partes de los recién nacidos. No puede calificarse de otra manera el deterioro del sistema educativo, hoy en manos de propagandistas del chavismo, que se ha desenmascarado para quien quiera verlo. La caída en salud y educación no se compensa con el incremento en ingresos que, como hemos dicho, es una burbuja insostenible. Ya se lo está comiendo la inflación, especialmente en alimentos, pero también ya con caída en la generación de empleos.

Un sexenio de mentiras, que los medios de comunicación jamás enfrentaron. Por eso pudieron ganar la elección, y los medios tendrán al menos otros seis años de genuflexiones. Ahora que viene el cobro de facturas, el llanto y rechinar de dientes, conviene acordarse.

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